Así como Dios es ilimitado
e infinito con respecto al tiempo, es ilimitado con respecto al espacio. A esta
característica de la naturaleza de Dios se le llama omnipresencia. (El prefijo
latino omni quiere decir «todo»). La omnipresencia de Dios se puede definir
como sigue: Dios no tiene ni tamaño ni dimensiones espaciales, y está presente
en todo punto del espacio con todo su ser.
El hecho de que Dios es el
Señor del espacio y no puede ser limitado por el espacio es evidente primero
por el hecho de que él lo creó, porque la creación del mundo material (Gn 1:1)
implica igualmente la creación del espacio. Moisés le recordó al pueblo el
señorío de Dios sobre el espacio: «Al SEÑOR tu Dios le pertenecen los cielos y
lo más alto de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ella» (Dt 10:14). Hay
pasajes específicos que hablan de la presencia de Dios en todas partes del
espacio. Leemos en Jeremías que el Señor dice: «¿Soy acaso Dios sólo de cerca?
¿No soy Dios también de lejos? … ¿Podrá el hombre hallar un escondite donde yo
no pueda encontrarlo? … ¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra?»
(Jer 23:23-24). Dios aquí está regañando a los profetas que piensan que sus
palabras o pensamientos están escondidos. Él está en todas partes y llena
cielos y tierra. David expresa hermosamente la omnipresencia de Dios: “¿A dónde
podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si
subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también
estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los
extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! (Sal
139:7-10). No hay ninguna parte en el
universo adonde uno pueda huir de la presencia de Dios. Debemos también notar
que no hay indicación de que sencillamente una parte de Dios está en un lugar y
otra parte de él en otro. Es Dios mismo que estaba presente dondequiera que
David pudiera ir. No podemos decir que algo de Dios o solo una parte de Dios
está presente, porque eso sería pensar en cuanto a su ser en términos
espaciales, como si estuviera limitado por el espacio. Parece más apropiado
decir que Dios está presente con todo su ser en toda parte del espacio. Para
nosotros es difícil imaginar eso, porque el ser de Dios es cualitativamente
diferente de todo en la creación. Ningún espacio puede contener a Dios, por
grande que sea. Salomón dice en su oración a Dios: «Pero ¿será posible, Dios
mío, que tú habites en la tierra? Si los cielos, por altos que sean, no pueden
contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido!» (1 R 8:27). Los cielos
y los cielos más altos no pueden contener a Dios; ni el espacio más grande
imaginable puede contenerlo (cf. Is 66:1-2; Hch 7:48). Debemos guardarnos de que Dios se extiende
infinitamente en todas direcciones de modo que existe en una especie de espacio
infinito e interminable. Tampoco debemos pensar que Dios es algo así como un
«espacio más grande» o un área más grande que rodea el espacio del universo que
conocemos. Todas estas ideas sitúan a Dios en términos espaciales, como si
simplemente fuera un ser extremadamente grande. Más bien, debemos tratar de no
pensar en Dios en términos de tamaño o dimensiones espaciales. Dios es un ser
que existe sin tamaño ni dimensiones de espacio. También debemos tener cuidado
de no pensar que Dios es equivalente a alguna parte de la creación o a toda
ella. El panteísta cree que todo es Dios, y que Dios es todo lo que existe. La
perspectiva bíblica es más bien que Dios está presente en toda su creación,
pero también que es algo aparte de su creación. ¿Cómo puede ser esto? La
analogía de una esponja llena de agua no es perfecta, pero útil. El agua está
presente en todas las partes de la esponja, pero el agua sigue siendo algo completamente
distinto de la esponja. A veces cuando hablamos de que Dios está «presente»
simplemente queremos decir que su ser es omnipresente en el universo.
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@JAlfredoLievano