martes, 20 de octubre de 2015

¿ERES VÍCTIMA DE TUS TENDENCIAS PECAMINOSAS?


Las tendencias pecaminosas son como una levadura venenosa que “fermenta” constante y progresivamente el interior de cada ser humano para hacerle proceder de acuerdo a las obras de la carne.   “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. Gálatas 5:19-21.   Sin lugar a dudas que tales tendencias nos confrontan todo el tiempo con nuestra debilidad y vulnerabilidad. En cierta ocasión, el apóstol Pablo escribió: "mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”   Romanos 7:14-24.   La única manera para contrarrestar la levadura del pecado, es por medio de la oración y la reflexión bíblica.   Es necesario cultivar a diario nuestra vida espiritual para que estas tendencias queden subordinadas bajo la acción sobrenatural del Espíritu Santo.   Nuestro Señor Jesucristo dijo: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. Mateo 26:41.   No cultivar nuestra vida espiritual hace que las tendencias pecaminosas nos hagan retroceder ante los objetivos propuestos, desviarnos del camino recto, estancarnos en la vida cristiana y enfrentar la muerte espiritual.   No cultivar nuestra vida espiritual hace que todo se eche a perder.


¿ERES VÍCTIMA DE TUS TENDENCIAS PECAMINOSAS?

Ante todo reconoce en oración tu necesidad absoluta de Dios, y que aunque hayas caído en las peores consecuencias de tu vida, él siempre estará dispuesto a levantarte por medio de Jesucristo.   Su Gracia...   Su Misericordia...   Su Poder lo hacen posible.   Basta que lo reconozcas y le pidas perdón por haberte creído autosuficiente ante las tentaciones. “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” Hebreos 4:14-16.  

No dejes de cultivar tu vida espiritual.   Dedica más tiempo para orar y reflexionar en la Palabra de Dios, apártate de todo aquello estimule tus tendencias pecaminosas y descansa en la obra que Jesucristo hizo a tu favor en la cruz.   “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” Efesios 2:1-5.  



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