Dios
te acercó a él por medio del sacrificio que Cristo ofreció en la cruz por todos
tus pecados. Esta obra suficiente y
completa realizada por él, es la que se conoce como la “obra de redención”. Cristo
pagó con el derramamiento de su sangre tu
salvación. No existe en todo el universo otro medio para ser salvos. “Y en
ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos” Hechos
4:12. Reiteramos que somos
salvos por la obra redentora que Cristo hizo en la cruz. El nuevo testamento está saturado con esta
verdad. Veamos algunos ejemplos: “Gracia
y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo... en quien tenemos redención por su sangre, el
perdón de pecados según las riquezas de su gracia”. Efesios 1:2,7. “...en
quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”. Colosenses 1:14. “Y a vosotros también, que
erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas
obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte,
para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él” Colosenses
1:21-22. Hay, una
cantidad enorme de textos similares a estos que nos lo atestigua. El sacrificio
de Cristo en la cruz nos absuelve independientemente a nuestros méritos. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Efesios 2:8-9. Al creer por la fe en la obra redentora de
Cristo, entonces no solamente somos regenerados, sino también hechos hijos del
Dios Altísimo que somos transformados por el poder sobrenatural del Espíritu
Santo. Veamos algunos textos: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino
de Dios” Juan 1:12-13. “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la promesa” Efesios 1:13. Creo que son textos que hablan por sí
mismos y que producen paz en el
alma. Paz de sabernos perdonados por
Dios, de ser sus hijos y herederos; paz de saber que estamos inmersos en un
proceso de santificación para el día de nuestro Señor Jesucristo. “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros
la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” Filipenses 1:6.
Quienes nos
hemos acogido a la GRACIA INCONDICIONAL de Dios por medio de Jesucristo, los
que hemos creído en su obra redentora a favor nuestro, los que nos hemos
abandonado incondicionalmente en sus manos somos privilegiados. Somos
los privilegiados de Dios. Que este
inmerecido privilegio nos lleve a consagrarnos libre e incondicionalmente para
ser sus siervos en el mundo. “Para que andéis
como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena
obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder,
conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con
gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia
de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y
trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre,
el perdón de pecados.” Colosenses 1:10-14.
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@JAlfredoLievano
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