viernes, 30 de octubre de 2015

LA OMNIPRESENCIA DE DIOS. (Por Wayne Grudem)


Así como Dios es ilimitado e infinito con respecto al tiempo, es ilimitado con respecto al espacio. A esta característica de la naturaleza de Dios se le llama omnipresencia. (El prefijo latino omni quiere decir «todo»). La omnipresencia de Dios se puede definir como sigue: Dios no tiene ni tamaño ni dimensiones espaciales, y está presente en todo punto del espacio con todo su ser.

El hecho de que Dios es el Señor del espacio y no puede ser limitado por el espacio es evidente primero por el hecho de que él lo creó, porque la creación del mundo material (Gn 1:1) implica igualmente la creación del espacio. Moisés le recordó al pueblo el señorío de Dios sobre el espacio: «Al SEÑOR tu Dios le pertenecen los cielos y lo más alto de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ella» (Dt 10:14). Hay pasajes específicos que hablan de la presencia de Dios en todas partes del espacio. Leemos en Jeremías que el Señor dice: «¿Soy acaso Dios sólo de cerca? ¿No soy Dios también de lejos? … ¿Podrá el hombre hallar un escondite donde yo no pueda encontrarlo? … ¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra?» (Jer 23:23-24). Dios aquí está regañando a los profetas que piensan que sus palabras o pensamientos están escondidos. Él está en todas partes y llena cielos y tierra. David expresa hermosamente la omnipresencia de Dios: “¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! (Sal 139:7-10).   No hay ninguna parte en el universo adonde uno pueda huir de la presencia de Dios. Debemos también notar que no hay indicación de que sencillamente una parte de Dios está en un lugar y otra parte de él en otro. Es Dios mismo que estaba presente dondequiera que David pudiera ir. No podemos decir que algo de Dios o solo una parte de Dios está presente, porque eso sería pensar en cuanto a su ser en términos espaciales, como si estuviera limitado por el espacio. Parece más apropiado decir que Dios está presente con todo su ser en toda parte del espacio. Para nosotros es difícil imaginar eso, porque el ser de Dios es cualitativamente diferente de todo en la creación. Ningún espacio puede contener a Dios, por grande que sea. Salomón dice en su oración a Dios: «Pero ¿será posible, Dios mío, que tú habites en la tierra? Si los cielos, por altos que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido!» (1 R 8:27). Los cielos y los cielos más altos no pueden contener a Dios; ni el espacio más grande imaginable puede contenerlo (cf. Is 66:1-2; Hch 7:48).   Debemos guardarnos de que Dios se extiende infinitamente en todas direcciones de modo que existe en una especie de espacio infinito e interminable. Tampoco debemos pensar que Dios es algo así como un «espacio más grande» o un área más grande que rodea el espacio del universo que conocemos. Todas estas ideas sitúan a Dios en términos espaciales, como si simplemente fuera un ser extremadamente grande. Más bien, debemos tratar de no pensar en Dios en términos de tamaño o dimensiones espaciales. Dios es un ser que existe sin tamaño ni dimensiones de espacio. También debemos tener cuidado de no pensar que Dios es equivalente a alguna parte de la creación o a toda ella. El panteísta cree que todo es Dios, y que Dios es todo lo que existe. La perspectiva bíblica es más bien que Dios está presente en toda su creación, pero también que es algo aparte de su creación. ¿Cómo puede ser esto? La analogía de una esponja llena de agua no es perfecta, pero útil. El agua está presente en todas las partes de la esponja, pero el agua sigue siendo algo completamente distinto de la esponja. A veces cuando hablamos de que Dios está «presente» simplemente queremos decir que su ser es omnipresente en el universo. 



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@JAlfredoLievano

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