miércoles, 30 de septiembre de 2015

LA BIBLIA Y EL CONOCIMIENTO DE LA VOLUNTAD DE DIOS. (Por Wayne Grudem)

En la Biblia tenemos afirmaciones claras y definitivas sobre la voluntad de Dios. Dios no nos ha revelado todas las cosas, pero sí nos ha revelado lo suficiente para que conozcamos su voluntad: «Lo secreto le pertenece al SEÑOR nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que obedezcamos todas las palabras de esta ley» (Dt 29:29). Como lo fue en tiempos de Moisés, así es con nosotros ahora: Dios nos ha revelado sus palabras a fin de que podamos obedecer sus leyes y por ello hacer su voluntad. Ser «perfecto» a los ojos de Dios es andar «conforme a la ley del SEÑOR» (Sal 119:1). «Dichoso» es el hombre que no sigue la voluntad de los malos (Sal 1:1) sino que «en la ley del SEÑOR se deleita» y en la ley de Dios medita «día y noche»  (Sal 1:2). Amar a Dios (y por eso actuar de una manera que le agrada) es «guardar sus mandamientos» (1Jn 5:3). Si hemos de tener conocimiento cierto de la voluntad de Dios, debemos procurarlo mediante el estudio de la Biblia. Dado lo expresado, en cierto sentido se puede decir que la Biblia es necesaria para cierto conocimiento de cualquier cosa. El filósofo pudiera argumentar como sigue: El hecho de que no lo sabemos todo nos exige que tengamos cierta incertidumbre respecto a todo lo que aducimos saber. Eso se debe a que pudiera asomar algún hecho que no conocíamos y que prueba que lo que pensábamos que era cierto en realidad era falso. Sin embargo, Dios sabe todo lo que ha sido y lo que será. Y este Dios, que nunca miente, nos ha hablado en la Biblia, en la que él nos ha dicho muchas cosas en cuanto a sí mismo, a nosotros y al universo que él hizo. Nada podrá aparecer jamás que contradiga la verdad que ha expresado el Dios omnisciente. Así que es correcto que tengamos más certeza respecto a las verdades que leemos en la Biblia que respecto a cualquier otro conocimiento que tengamos.


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LA NECESIDAD DE LA BIBLIA PARA LA SALVACIÓN. (Por Wayne Grudem)


La Biblia es necesaria para el conocimiento del evangelio. En Romanos 10:13-17 Pablo dice: «Porque “todo el que invoque el nombre del Señor será salvo”. Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?…Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo».   Esta afirmación indica la siguiente línea de razonamiento:

1. Da por sentado que uno debe invocar el nombre del Señor para poder ser salvo. (En el uso paulino generalmente, tanto como en este contexto específico [véase v. 9], «el Señor» se refiere al Señor Jesucristo.

2. La gente puede invocar el nombre de Cristo solamente si cree en él (o sea, que él es un Salvador digno de invocar, y que responde a los que le invocan).

3. La gente no puede creer en Cristo a menos que oigan de él.

4. No pueden oír de Cristo a menos que alguien les hable de Cristo (un «predicador»).

5. La conclusión es que la fe que salva resulta al oír, o sea, al oír el mensaje del evangelio, y este oír el mensaje del evangelio resulta de la predicación de Cristo. La implicación parece ser que sin oír la predicación del evangelio de Cristo, nadie puede ser salvo.

Este pasaje es uno de los varios que muestran que la salvación eterna se alcanza únicamente mediante la fe en Jesucristo, y no hay otra manera. Hablando de Cristo, Juan 3:18 dice: «El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios». En forma similar, en Juan 14:6, Jesús dice: «Yo soy el camino, la verdad y la vida… Nadie llega al Padre sino por mí». Pero si las personas solo pueden salvarse mediante la fe en Cristo, alguien pudiera preguntar cómo pudieron ser salvos los creyentes bajo el antiguo pacto. La respuesta debe ser que los que fueron salvos bajo el antiguo pacto también fueron salvos al confiar en Cristo, aunque su fe era una fe que miraba hacia delante basada en la promesa de la Palabra de Dios de que vendría un Mesías o un Redentor. Hablando de creyentes del Antiguo Testamento tales como Abel, Enoc, Noé, Abraham y Sara, el autor de Hebreos dice: «Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra» (He 11:13). Y Jesús puede decir de Abraham: «Abraham, el padre de ustedes, se regocijó al pensar que vería mi día; y lo vio y se alegró» (Jn 8:56). Esto de nuevo al parecer se refiere al gozo de Abraham al mirar hacia delante al día del Mesías prometido. Así que incluso los creyentes del Antiguo Testamento tuvieron fe salvadora en Cristo, a quien miraban en el futuro, no con el conocimiento exacto de los detalles históricos de la vida de Cristo, sino con gran fe en la absoluta confiabilidad de la promesa de Dios. La Biblia es necesaria para la salvación en este sentido: Uno debe leer el mensaje del evangelio en la Biblia por uno mismo u oírlo de otra persona. Incluso los creyentes que llegaron a la salvación en el antiguo pacto lo hicieron confiando en las palabras de Dios que prometían la llegada de un Salvador.


Hay otros puntos de vista que difieren de esta enseñanza bíblica.

a)  Inclusivismo es la noción de que la gente puede salvarse por la obra de Cristo sin que lo conozcan y confíen en él, sino siguiendo simple y sinceramente la religión que conocen. Los inclusivistas a menudo hablan de «muchos caminos diferentes a Dios» aunque recalquen que personalmente creen en Cristo.

b)  Universalismo es la noción de que todas las personas a la larga serán salvas. A la noción que se mantiene en este capítulo, de que las personas no pueden ser salvas sin saber de Cristo ni confiar en él, a veces se le llama exclusivismo (aunque la palabra en sí misma es desdichada porque sugiere el deseo de excluir a otros, y por eso no conlleva el tema misionero que es tan fuerte en el Nuevo Testamento).



“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.
Hechos 4:11-12




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LA INERRANCIA BÍBLICA (Por Wayne Grudem)

La definición de “inerrancia” en términos sencillos quiere decir que la Biblia siempre dice la verdad y que siempre la dice con respecto a todo lo que considera.  La Biblia puede ser inerrante en el lenguaje ordinario del pueblo. Esto es especialmente cierto en las descripciones «científicas» o «históricas» de hechos o eventos. La Biblia puede decir que el sol se levanta o que la lluvia cae porque desde la perspectiva del que habla esto es exactamente lo que sucede. Desde el punto de vista del que habla, el sol en efecto se levanta y la lluvia en realidad cae, y estas son descripciones perfectamente veraces de los fenómenos naturales que observa el que habla. Una consideración similar se aplica a los números que se usan para contar o medir. Un reportero puede decir que 8.000 hombres murieron en cierta batalla sin implicar con eso que los contó uno por uno y que no hubo 7.999 o 8.001 soldados muertos. Esto es también cierto en cuanto a las medidas. Si yo digo: «No vivo lejos de la biblioteca», o «vivo como a un kilómetro de la biblioteca», o «vivo a kilómetro y cuarto de la biblioteca», o «vivo a 1,287 kilómetros de la biblioteca», las cuatro afirmaciones son aproximaciones con cierto grado de exactitud. En estos dos ejemplos y en muchos otros que se podrían obtener de la vida diaria, los límites de veracidad dependerán del grado de precisión que sugiere el que habla y que sus oyentes esperan. No debería ser problema para nosotros afirmar que la Biblia es absolutamente veraz en todo lo que dice y que usa el lenguaje ordinario para describir fenómenos naturales o darnos aproximaciones o cifras redondas cuando son apropiadas en el contexto...   La Biblia repetidamente afirma que toda la Escritura es útil para nosotros y que toda ella es «inspirada por Dios» (2 Ti 3:16). Por tanto, es completamente pura (Sal 12:6), perfecta (Sal 119:96) y veraz (Pr 30:5). La Biblia en sí misma no hace ninguna restricción en cuanto al tipo de asuntos de los que habla con veracidad. El Nuevo Testamento contiene más afirmaciones de la confiabilidad de todas las partes de la Biblia. En Hechos 24:14, Pablo dice que adoramos a Dios «de acuerdo con todo lo que enseña la ley y creo lo que está escrito en los profetas». En Lucas 24:25 Jesús dice que los discípulos son «torpes» porque son «tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas». En Romanos 15:4 Pablo dice que «todo lo que se escribió» en el Antiguo Testamento «se escribió para enseñarnos». Estos pasajes no dan indicación alguna de que haya alguna parte de la Biblia en que no se debe confiar o apoyarse por completo. Un rápido vistazo a los detalles históricos del Antiguo Testamento que se citan en el Nuevo Testamento indica que los escritores del Nuevo Testamento estaban dispuestos a confiar en la veracidad de todas las partes de las narraciones históricas del Antiguo Testamento. Ningún detalle es demasiado insignificante como para no usarse en la instrucción de los creyentes del Nuevo Testamento (vea, por ejemplo, Mt 12:3-4,41; Lc 4:25-26; Jn 4:5; 1 Co 10:11; He 11; 12:16-17; Stg 2:25; 2 P 2:16; et ál.). No hay indicación de que pensaran que ciertas categorías de afirmaciones bíblicas no eran confiables (como las afirmaciones «históricas y científicas» a diferencia de pasajes doctrinales y morales). Parece claro que la Biblia misma no apoya ninguna restricción del tipo de temas de los que habla con absoluta autoridad y verdad; a decir verdad, muchos pasajes bíblicos en realidad excluyen la validez de esta clase de restricción. Dios considera cada palabra suya como importante para nosotros. Por eso Dios dicta severas advertencias contra toda persona que se atreva a quitar una sola palabra de lo que él ha dicho (Dt 4.2; 13:32; Ap 22:18-19). No podemos añadir a las palabras de Dios, ni quitarles tampoco, porque todas son parte de su principal propósito al hablarnos. Todo lo que consta en la Biblia está allí porque Dios quiso que estuviera allí. Dios no dice nada sin intención.

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DIOS NO MIENTE.
¡SIEMPRE DICE LA VERDAD!




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COSAS QUE QUIERES Y... NECESITAS.


Dios es tu Padre, y sabe lo que necesitas específicamente para que sus propósitos eternos se cumplan en tu vida.   Es importante que entiendas la diferencia entre lo que quieres y lo que necesitas.   No es lo mismo QUERER que NECESITAR, y es ahí cuando fallas a la hora de pedir en tus oraciones.   Pides lo que quieres de acuerdo a tu perspectiva o deseos, y no lo que realmente necesitas de acuerdo a la voluntad de Dios.   Hay cosas que quieres, pero que no concuerdan con el propósito eterno que Dios tiene para tu vida, esa es la razón por la que no se te conceden.   Definitivamente que bajo ninguna justificación humana no te convienen; sin embargo, hay cosas que necesitas, pero que no deseas. (Palabras duras de digerir y aceptar, pero así es...)


Es necesario que tengas la valentía de decirle al Señor esta oración:

“Dame todo lo que necesito para que tus propósitos eternos se cumplan en mi vida, quiero vivir para lo que nací y no para mis caprichos egoístas.   Me abandono bajo tu gracia y misericordia incondicionales...   me abandono bajo tu poder sobrenatural...   me abandono bajo tu soberanía.   Me pongo bajo tus órdenes.   Sé que a partir de esta oración comenzaré a ver cambios extraños e ilógicos en mis acontecimientos, pero sé que todos irán encaminados al cumplimiento de tus  propósitos eternos.   No tendré miedo, ni me entristeceré ante lo que pase porque sé que todo irá encaminado para mi bien”.  

Cuando le des prioridad a tus necesidades reales sobre tus deseos irreales, entonces verás la diferencia. Verás cumplirse aquel texto bíblico que dice así:  “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” Romanos 8:28.

Dios sabe cuáles son tus necesidades reales.   No tengas miedo a renunciar a tus caprichos, porque sin duda algo mejor tiene para ti. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Mateo 7: 7-11.


RECUERDA:
NO ES LO MISMO “QUERER” QUE “NECESITAR”





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martes, 29 de septiembre de 2015

LA BIBLIA ES LA PALABRA DE DIOS. (Por Wayne Grudem)


Hay frecuentes afirmaciones en la Biblia de que todo el contenido de las Escrituras son palabras de Dios (así como las escritas por hombres). En el Antiguo Testamento eso se ve a menudo en la frase introductoria: «Así dice el SEÑOR», que aparece cientos de veces. En el mundo del Antiguo Testamento, esta frase se habría reconocido como idéntica en forma a la frase «Así dice el rey» que se usaba para encabezar el edicto de un rey a sus súbditos; edicto que no podía ser cuestionado ni puesto en tela de duda, sino obedecerse. Por consiguiente, cuando los profetas dicen: «Así dice el SEÑOR», están afirmando ser mensajeros del Rey soberano de Israel, Dios mismo, y están afirmando que sus palabras son palabras absolutamente autoritativas de Dios. Cuando un profeta hablaba en el nombre de Dios de esta manera, toda palabra que decía tenía que proceder de Dios, o de lo contrario era un falso profeta (cf. Nm 22:38; Dt 18:18-20; Jer 1:9; 14:14; 23:16-22; 29:31-32; Ez 2:7;13:1-16). Es más, a menudo se decía que Dios hablaba «por intermedio» del profeta (1 R 14:18; 16:12,34; 2 R 9:36; 14:25; Jer 37:2; Zac 7:7,12). Por tanto, lo que el profeta decía en el nombre de Dios, Dios lo había dicho (1 R 13:26 con v. 21; 1 R 21:19 con 2 R 25-26; Hag 1:12; cf. 1 S 15:3,18). En estos y otros ejemplos del Antiguo Testamento, las palabras que los profetas dijeron también puede decirse que son palabras que Dios mismo habló. Por consiguiente, no creer o desobedecer algo que un profeta dice es no creer o desobedecer al mismo Dios (Dt 18:19; 1 S 10:8; 13:13-14; 15:3, 19,23; 1 R 20:35,36). Estos versículos en sí mismos no aducen que todas las palabras del Antiguo Testamento son palabras de Dios, porque estos versículos en sí mismos se refieren solamente a secciones específicas de palabras dichas o escritas en el Antiguo Testamento. Pero la fuerza acumulativa de estos pasajes, incluyendo los cientos de pasajes que empiezan con «Así dice el SEÑOR», demuestran que en el Antiguo Testamento tenemos registros escritos de palabras de las que se dijo que eran las palabras del mismo Dios. Estas palabras constituyen porciones extensas del Antiguo Testamento. Cuando nos damos cuenta de que todas las palabras que fueron parte de la «ley de Dios» o del «libro del pacto» se consideraban palabras de Dios, vemos que el Antiguo Testamento afirma tal autoridad (vea Éx 24:7; Dt 29:21; 31:24-26; Jos 24:26; 1 S 10:25; 2 R 23:2-3).

En el Nuevo Testamento, varios pasajes indican que todos los escritos del Antiguo Testamento se consideraban palabras de Dios. Segunda de Timoteo 3:16 dice: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia». Aquí «Escritura» (gr. grafé) se debe referir a la Escritura escrita del Antiguo Testamento, porque a eso es a lo que la palabra grafé se refiere todas las demás veces que aparece en el Nuevo Testamento. Además, a las «Sagradas Escrituras» del Antiguo Testamento es a lo que Pablo se acaba de referir en el versículo 15. Pablo afirma aquí que todos los escritos del Antiguo Testamento son deopneustós, «exhalados por Dios». Puesto que es de los escritos que se dice que son «exhalados», esta exhalación se debe entender como una metáfora de la pronunciación de las palabras de las Escrituras. Este versículo así indica en forma breve lo que era evidente en muchos otros pasajes del Antiguo Testamento: Las Escrituras del Antiguo Testamento se consideran Palabra de Dios en forma escrita.

Una indicación similar del carácter de todos los escritos del Antiguo Testamento como palabras de Dios se halla en 2 Pedro 1:21. Hablando de las profecías de las Escrituras (v. 20), que quiere decir por lo menos las Escrituras del Antiguo Testamento a las que Pedro anima a sus lectores a prestar cuidadosa atención (v. 19), Pedro dice que ninguna de esas profecías jamás vino por «la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo». No es intención de Pedro negar completamente el papel de la voluntad y personalidad humana en la escritura de la Biblia (dice que los hombres «hablaron»), sino más bien afirmar que la fuente suprema de toda profecía nunca fue la decisión de un hombre en cuanto a lo que quería escribir; más bien la obra del Espíritu Santo en la vida del profeta, llevada a la práctica de maneras no especificadas aquí (y, por cierto, en ninguna parte de la Biblia). Esto indica una creencia de que todas las profecías del Antiguo Testamento fueron dichas «por Dios»; o sea, que son palabras del mismo Dios. Se podrían citar muchos otros pasajes (vea Mt 19:5; Lc 1:70; 24:25; Jn 5:45-47; Hch 3:18, 21; 4:25; 13:47; 28:25; Ro 1:2; 3:2; 9:17; 1 Co 9:8-10; He 1:1-2, 6-7), pero el patrón de atribuir a Dios las palabras de las Escrituras del Antiguo Testamento debe ser muy claro. Es más, en varios lugares se dice que todas las palabras de los profetas o las palabras de las Escrituras del Antiguo Testamento son para imponer creencia y proceden de Dios (vea Lc 24:25, 27, 44; Hch 3:18; 24:14; Ro 15:4). Pero si en 2 Timoteo 3:16 Pablo se refería únicamente a los escritos del Antiguo Testamento cuando dice que la «Escritura» es inspirada por Dios, ¿cómo se puede aplicar este versículo a los escritos del Nuevo Testamento igualmente? ¿Dice eso algo respecto al carácter de los escritos del Nuevo Testamento? Para contestar esa pregunta debemos darnos cuenta de que la palabra griega grafé («escritura») era un término técnico de los escritores del Nuevo Testamento y tenía un significado muy especializado. Aunque se usa cincuenta y una veces en el Nuevo Testamento, en cada uno de esos casos se refiere a los escritos del Antiguo Testamento, no a ninguna otra palabra o escrito fuera del canon de las Escrituras. En otras palabras, todo lo que pertenecía a la categoría de «Escritura» tenía el carácter de «inspirado por Dios»: sus palabras eran palabras de Dios mismo. Pero en dos lugares del Nuevo Testamento vemos que también se llama «Escrituras» a escritos del Nuevo Testamento, junto con los escritos del Antiguo Testamento. En 2 Pedro 3.15-16 Pedro dice: «tal como les escribió también nuestro querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio. En todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición». Aquí Pedro muestra no sólo estar consciente de la existencia de las epístolas de Pablo, sino también una clara disposición a clasificar «todas sus cartas [de Pablo]» con «las demás Escrituras». Esto es una indicación de que muy temprano en la historia de la Iglesia todas las epístolas de Pablo se consideraron palabras de Dios en el mismo sentido que lo eran los textos del Antiguo Testamento. Similarmente, en 1 Timoteo 5:18 Pablo escribe: «Pues la Escritura dice: “No le pongas bozal al buey mientras esté trillando”, y “El trabajador merece que se le pague su salario”». La primera cita es de Deuteronomio 25:4, pero la segunda no aparece en ninguna parte del Antiguo Testamento. Es más bien una cita de Lucas 10:7. Pablo aquí cita las palabras de Jesús que se hallan en el Evangelio de Lucas, y las llama «Escrituras». Estos dos pasajes tomados juntos indican que durante el tiempo en que se escribieron los documentos del Nuevo Testamento había una consciencia de que se estaban haciendo adiciones a esta categoría especial de escritos llamada «Escrituras», los que tenían el carácter de ser palabras de Dios mismo. Así que, una vez que establecemos que los escritos del Nuevo Testamento pertenecen a esta categoría especial de «Escrituras», tenemos razón para aplicar 2 Timoteo 3:16 también a esos escritos, y decir que tienen también el carácter que Pablo atribuye a «toda la Escritura»: Es «inspirada por Dios», y todas sus palabras son las mismas palabras de Dios.

¿Hay alguna evidencia adicional de que los escritores del Nuevo Testamento pensaban que sus propios escritos (no los del Antiguo Testamento solamente) eran palabras de Dios? En algunos casos la hay. En 1 Corintios 14:37 Pablo dice: «Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que esto que les escribo es mandato del Señor». Pablo ha instituido aquí varias reglas para la adoración en la iglesia de Corinto, y ha dicho que sus palabras son «mandato del Señor». Uno pensaría que Pablo sentía que sus mandamientos eran inferiores a los de Jesús, y que por consiguiente no había que obedecerlos con igual cuidado. Por ejemplo, en 1 Corintios 7:2 distingue entre sus propias palabras y las de Jesús: «A los demás les digo yo (no es mandamiento del Señor)…» Esto, sin embargo, simplemente significa que él no tenía en posesión palabra terrenal alguna que Jesús hubiera hablado en cuanto a ese tema. Podemos ver que este es el caso, porque en los versículos 10-11 simplemente repitió la enseñanza terrenal de Jesús de que «el hombre no se divorcie de su esposa». En los versículos 12-15, no obstante, da sus propias instrucciones sobre un tema que Jesús al parecer no trató. ¿Qué le dio el derecho de hacerlo? Pablo dice que hablaba «como quien por la misericordia del Señor es digno de confianza» (1 Co 7:25). Parece implicar aquí que sus juicios debían ser considerados tan autoritativos ¡como los mandamientos de Jesús! Indicaciones de una noción similar de los escritos del Nuevo Testamento se hallan en Juan 14:26 y 16:13, donde Jesús prometió que el Espíritu Santo les haría recordar a los discípulos todo lo que él había dicho, y que les guiaría a toda la verdad. Esto apunta a la obra del Espíritu Santo al capacitar a los discípulos para recordar y anotar sin error todo lo que Jesús había dicho. Indicaciones similares también se hallan en 2 Pedro 3:2; 1 Corintios 2:13; 1 Tesalonicenses 4.15 y Apocalipsis 22:18-19.

Nos convencemos de las afirmaciones de la Biblia de que son la palabra de Dios al leerla. Una cosa es afirmar que la Biblia afirma ser la Palabra de Dios. Otra es convencerse de que esas afirmaciones son verdad. Nuestra convicción suprema de que las palabras de la Biblia son palabras de Dios nace solamente cuando el Espíritu Santo habla a nuestro corazón en las palabras de la Biblia y mediante esas palabras, y nos da la seguridad interior de que son palabras que nuestro Creador nos está diciendo. Aparte de la obra del Espíritu de Dios, una persona ni recibirá ni aceptará la verdad de que las palabras de las Escrituras son en verdad palabras de Dios. Pero en aquellos en quienes el Espíritu de Dios está obrando hay el reconocimiento de que las palabras de la Biblia son palabras de Dios. Este proceso es estrechamente análogo a aquel por el que los que creen en Jesús saben que sus palabras son verdad. Él dijo: «Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen» (Jn 10:27). Los que son ovejas de Cristo oyen las palabras de su gran Pastor al leer las palabras de la Biblia, y están convencidos de que estas palabras son en verdad las palabras de su Señor. Conforme las personas leen la Biblia, oyen la voz de su Creador que les habla y se dan cuenta de que el libro que están leyendo no es como otro libro cualquiera, y que es de verdad un libro de palabras de Dios mismo que les habla al corazón.




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RESULTADOS DE LA REFLEXIÓN BÍBLICA.


Es necesario dedicar suficiente tiempo cada día para reflexionar sin prisas en la Palabra de Dios y asimilar su contenido bajo la influencia del Espíritu Santo; su acción viva y eficaz penetrará más allá de las fronteras de la razón produciendo convicciones firmes en su contenido, sensibilizará las emociones para enfocarse en las necesidades del prójimo antes que las propias e impulsará la voluntad para obedecer incondicionalmente a Dios y ponerse bajo sus órdenes incondicionales.

Los resultados de la reflexión bíblica se reflejan como la luz de un potente faro en medio de la noche oscura y tempestuosa.   Una persona que lo hace a diario, necesariamente proyecta esa LUZ divina de la cual es portador.   La reflexión bíblica te capacita para alumbrar el entorno que te rodea mediante tus palabras y conducta; es así como se cumplen aquellas palabras de nuestro Señor Jesucristo: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16).   No habrá nube oscura que impida que la LUZ sobrenatural de Cristo invada tu entorno.  

Los resultados de la reflexión bíblica te capacitan para que seas eficaz portador/a del mensaje de Dios al mundo...   eficaz portador/a de la buena noticia del evangelio de nuestro Señor Jesucristo en el entorno donde te ha colocado para dicho fin...   eficaz portador de la paz que sólo Dios es capaz de dar en medio de las feroces tormentas... eficaz y fiel administrador/a de los recursos que Dios ha puesto en sus manos.

Los resultados de la reflexión bíblica te dan la certeza que aunque andes  “como un cordero en medio de lobos”, tendrás el respaldo y la protección de Dios, te da la certeza que él será siempre tu fiel proveedor aun en medio de los más áridos desiertos, te da la certeza que tu destino eterno está asegurado en los cielos por toda la eternidad, te da la certeza para decir: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días” (Salmo 23).

Que la reflexión bíblica sea siempre tu prioridad.
Verás resultados.



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lunes, 28 de septiembre de 2015

¿QUE NOS IMPIDE AMAR?


Necesitamos amar a Dios genuinamente; y que ese amor nos impulse a reflejarlo de manera espontánea a los demás.   Necesitamos reflejar nuestro cristianismo.   Nuestro Señor Jesucristo nos lo dice:   “El primer mandamiento de todos es: “El Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”. (Marcos 12:29-31).   Si no ponemos en práctica el mandamiento básico, ¿Qué se puede esperar de lo demás?   ¡NADA!   En otra porción de la Escritura, nuestro Señor nos recalca lo siguiente: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. (Juan 13:35).   Más claro no lo puede expresar.


¿Qué nos impide amar?
Nuestra naturaleza humana herida por el pecado.

Nos es necesario por lo tanto depender de la acción directa y sobrenatural del Espíritu Santo para que gobierne nuestras emociones.   Únicamente la acción sobrenatural del Espíritu Santo es capaz de romper con el duro cascarón del egoísmo, de derretir el sólido hielo de la indiferencia y de derribar el grueso muro del rencor.

Reconozcamos nuestra incapacidad delante de Dios, reconozcamos que necesitamos gozar de la vida plena que Cristo nos vino a dar, reconozcamos que es urgente una plena renovación espiritual interior para que espontáneamente reflejemos la vida de Cristo en todo momento y lugar.

“Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros”
1 Tesalonicenses 4:9





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LA FIESTA DE LAS PRIMICIAS.


Artículos del pastor Carlos A. Amarillo
Iglesia Bautista del Centro, Argentina.

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Veamos el pasaje de Levítico 23:9-14. Esta fiesta debía comenzar a celebrarse, cuando el pueblo de Dios entrase a la Tierra Prometida, y estuviesen listos para realizar la cosecha. Debían traer al sacerdote un manojo por primicia de los primeros frutos de la cosecha. El sacerdote tenía que ofrecerla a Dios para recibir de El aceptación. Era al día siguiente del día de reposo (sábado), o sea que era el primer día de la semana o sea domingo. La pascua era el día 14, el 15 era el comienzo de la fiesta de los panes sin levadura que duraba hasta el 21 (7 días), y el día 16 (domingo o 1º día de la semana) era la fiesta de las primicias. La Pascua representa el anuncio futuro de la muerte del Cordero de Dios o sea la muerte y sacrificio de Cristo Jesús. La fiesta de las primicias representa la resurrección del Señor. En 1 Corintios 15:20,23 dice: "Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron...Pero cada uno en su debido orden: Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida".
Cristo ascendió a los cielos el mismo día de la resurrección, y siguió apareciendo a los suyos durante 40 días más. ¿Cómo sabemos que ascendió a los cielos el mismo día que hubo resucitado? La Biblia nos da la respuesta. En Juan 20:17 dice "...no me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. Allí mismo Jesús no permitió que lo tocasen. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que decirle a María el mensaje para sus hermanos, si Él había de verlos en numerosas ocasiones? ¿Por qué no lo dio El directamente? Excepto que la ascensión referida sea la primera de todas, la misma mañana de la resurrección. En Lucas 24:39 les dice... "palpad y ved porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo". El mismo día a una prohibió que lo tocase, a otros ofreció que lo palpasen. Pero, ¿por qué querría presentarse al Padre, inmediatamente de resucitado, y con qué propósito? Jesús nunca se contradecía. Regresaba al cielo como Hijo triunfante y victorioso al hogar, no como un hijo pródigo lleno de vergüenza. Llega al cielo "las Primicias", " el Precursor", el Primero de los millones que por su obra tendrían derecho a ser parte de su "cosecha". ¿Por qué regresaba así? ¡Porque había obedecido en todo! Era el Prototipo de una gran familia que vendría tras El.
Su oración en Juan 17, donde intercede por los suyos, incluye la declaración: "He acabado la obra que me diste que hiciese" (17:4)Cristo, las primicias ¿qué fue a hacer ese día? Lo que si sabemos que fue y vino muchas veces para mantener contacto con los suyos, no estando ya limitado a paredes, ni puertas, ni obstáculo alguno a su paso. La respuesta más clara a esta pregunta la tenemos en el libro de Hebreos, capítulo 9:11-12,26; 6:19-20 y 10:19-20. Entró por nosotros, como precursor. Los sacerdotes del antiguo Israel, ofrecían sangre ajena y de animales, Jesús ofreció la propia. El, las primicias culminó su obra, entró al santuario celestial, ascendió definitivamente y sentó exaltado y glorificado en su trono de gloria.
Si Jesús ascendió a los cielos la misma mañana de su vuelta a la vida, ¿dónde estuvo los tres días (aproximadamente 36 horas), desde su muerte en la cruz, hasta su levantamiento glorioso? ¿No le había dicho al ladrón de la cruz, que estaría con El en el Paraíso (Lucas 24:43)? ¿Y desde la cruz, no manifestó: "Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu" (Lucas 24:46)? Para responder la pregunta, pensemos ¿dónde va el creyente al morir? El cuerpo va a la tumba y el espíritu con Dios (2 Corintios 5:1-8), ausentes del cuerpo, pero presentes al Señor.  Más adelante nuestro cuerpo irá junto al Señor, cuando resucitemos (1 Tes 4:13-18). Porque Cristo es las primicias, nuestro precursor. Al morir Jesús, su espíritu fue junto al Padre, y su carne o cuerpo fue al sepulcro. 1 Pedro 3:18-19, nos dice que .. "Cristo fue a la verdad muerto a la carne, pero vivificado en espíritu, en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados". Fue a anunciarles a las fuerzas de oscuridad y tinieblas que están en prisión desde Noé (Judas 6), que Él había triunfado, y era las primicias de una gran cosecha de sus hijos, que serían beneficiados con su triunfo. Esto lo hizo antes de que su cuerpo resucitara. La presentación de su cuerpo, con las huellas de la cruz, como las verdaderas primicias en el Altar del cielo, era necesario. En espíritu no podía haberlo hecho. En 1 Corintios 15:22, dice: "Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados". En Adán encontramos alguien del cual heredamos la muerte, en Cristo heredamos la vida. Por eso tuvo que esperar el Señor Jesús necesariamente hasta la resurrección del cuerpo. Recién cuando se produjo la ascensión definitiva (o formal), allí fue exaltado o glorificado.
Jesús ascendió a los cielos con un cuerpo incorruptible (aún con las huellas de la cruz, 1 Corintios 15:40-44,49-53), lo mismo ocurrirá con nosotros (1 Corintios 15:54). ¿Por qué ocurrirá así? Porque las primicias anuncian una cosecha gigante del mismo carácter que la que la primicia tiene. ¿Por qué fueron necesarios 40 días de apariciones? Para animar a los suyos, demostrando que su vuelta a la vida no era una fantasía sino una realidad, por eso se apareció a Tomás, a Pedro, a los 7 que pescaban, etc. Pero también Hechos 1:3, nos dice que siguió con su tarea de enseñanza, hablándoles acerca del Reino de Dios.
Nosotros podemos cantar armoniosamente las letras de muchos himnos que dicen: "te exaltamos, te coronamos, alzamos", pero la exaltación o glorificación ya lo hizo el Padre, luego de aceptar las primicias ofrecida a través del cuerpo santo y sin pecado de nuestro Salvador.


¿En qué consiste la exaltación de nuestro Señor?

Ejercer autoridad suprema. Efesios 1:21, Colosenses 1:15-17, Mateo 28:18-20, Filipenses 2:9-11. Durante su ministerio terreno, Jesús se había limitado en razón de su encarnación al ejercicio pleno de sus poderes. Por eso si se chocaba con una puerta le dolía, tuvo hambre, tuvo que lavarse, etc. La declaración de "toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra", que registra Mateo en el final de su evangelio, tienen sentido porque Jesús había resucitado de la muerte.

Ser cabeza sobre todas las cosas de la iglesia. Efesios 1:22, 5:23, Colosenses 1:18. La iglesia le debe absoluta obediencia. Si usted no está dispuesto a obedecer, la iglesia no es su lugar. El joven rico no estuvo dispuesto a obedecer su demanda de vender todo lo que tenía y Jesús no lo obligó a hacerlo. La iglesia no es el edificio donde desarrollamos nuestro culto. La iglesia no es el cuerpo de doctrinas que nos distinguen. La iglesia somos nosotros, los que hemos sido beneficiados por la ofrenda de las primicias, que es el Cuerpo de Jesús.

Enviar dones a los hombres. Efesios 4:8. Los dones en este pasaje de Efesios, son personas o servidores especiales, que tienen como objetivo de su labor, perfeccionar a los santos para la obra del ministerio o trabajo en este mundo. Allí la lista incluye a los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Para que la grey de Dios no se llene de niños fluctuantes.

Llevar adelante un trabajo de intercesión. Romanos 8:34. Esto obedece a causa de nuestra inmadurez, fragilidad, y debilidad en grado superlativo. Ya la había iniciado esta tarea durante su estadía en la tierra: "Yo he rogado por ti, para que tu fe no falte".  Lucas 22:32. "Cristo es el que murió, más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros".

Ejercer su “profesión” de abogado. 1 Juan 2:1 dice: "Estas cosas os escribo para que no pequéis; si alguien hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo". En Hechos 24, tenemos el caso, donde los principales líderes religiosos judíos contrataron a un abogado llamado Tértulo, que con lisonjas aduló a el gobernador romano llamado Félix, que estaba a cargo de Pablo durante sus dos años de cautiverio en Palestina, antes de ser enviado al Cesar. Este Tértulo era un verdadero fiscal, que usó todo tipo de mentiras para conseguir su propósito. El hecho de que como cristianos contemos con la abogacía de Cristo, "no consiste en un permiso para pecar". El hecho de que tengamos un abogado que interviene siempre a nuestro favor, no nos da licencia para pecar. Esto está explicado por Pablo en Romanos 6:1-2. El hecho de saber acerca de la misericordia divina, no nos vamos a entregar a pecar sin límite, al contrario, evitaremos a toda costa de ofender a nuestro Dios. El mismo versículo de 1 Juan 2:1, incluye la sabia advertencia "para que no pequéis".

Preparar moradas celestiales. Juan 14:2. Esta fue la gran promesa en el momento donde Jesús estaba dando detalles sobre su partida, cuando sus discípulos estaban tristes por la noticia de la partida. Estas moradas son detalladas en el libro de Apocalipsis, donde se nos describe la Jerusalén Celestial.

Esperar la derrota progresiva de todos sus enemigos. 1 Corintios 15:25, Hebreos 10:12-13, Apocalipsis 11:15. "Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies"... "de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies".



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sábado, 26 de septiembre de 2015

TENDRÁS UN NUEVO COMIENZO...


Lo que se dispuso en tu contra, Dios lo transformará para tu bien.   Ninguna  fuerza contraria o debilidad interna podrá derribarte aunque ahora estés tendido/a sobre la lona.   Podrás perder muchas batallas, pero jamás la guerra.   La victoria definitiva la tienes anotada a tu favor por medio de Jesucristo.    “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).   Necesitas entender que, lo que Dios escribió para ti, nada ni nadie te lo podrá borrar.   Dios te dará la capacidad para discernir todos tus acontecimientos, para que sepas como enfrentarlos y superarlos con la guía sobrenatural de su Espíritu.

Verás los propósitos de Dios cumplirse con exactitud en tu vida, aunque en estos momentos sientas que toneladas de tierra te han sepultado y que no hay manera de emerger.   Tienes la fuerza de Dios para germinar bajo todas esas cargas imposibles de soportar, tienes la fuerza de Dios para retoñar, tienes la fuerza de Dios para dar frutos en abundancia, tienes el ADN de Dios.

Tendrás un nuevo comienzo, pero es necesario que encomiendes tu vida a Dios.   Él se encargará de lo que no puedes resolver, se encargará que todo suceda en el tiempo y en el momento exacto.   Verás la diferencia.

“Encomienda a Jehová tu camino, confía en él; y él hará”
Salmo 37:5


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viernes, 25 de septiembre de 2015

LECCIÓN DE LOS PANES SIN LEVADURA.


Artículos del pastor Carlos A. Amarillo
Iglesia Bautista del Centro, Argentina.

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Esta fiesta estaba íntimamente relacionada con la Pascua. Levítico 23:6-8, la establece como fiesta solemne. La Pascua comenzaba el día 14 del mes primero, pero al día siguiente y por siete días era la fiesta de los panes sin levadura. El primer día era de santa convocación. El séptimo también lo era. En el Nuevo Testamento tenemos varias alusiones a la levadura. Esta sustancia era una sustancia usada para fermentar la harina, aumentando su volumen, levantando la masa que luego iba a ser cocinada. En la Biblia es un símbolo de corrupción (1 Corintios 5:6-8, Gálatas 5:9). Símbolo de la doctrina perniciosa (Mateo 16:5-12, Marcos 8:15), "guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos..."  "no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos". "guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes".

Parábola de la levadura. Mateo 13:33: "...El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado". Hay dos interpretaciones diferentes que han dividido a los estudiosos bíblicos con respecto a la interpretación de esta parábola. Un grupo opina que esta levadura es el evangelio, que con gran fuerza todo lo invade, todo lo transforma y todo lo revoluciona. Por eso es figura que penetra todas las mentes, todas las instituciones, todas las naciones etc. Pero chocamos con un grave obstáculo, que en toda la Biblia la levadura es símbolo de corrupción y pecado, (Ver Mateo 16:6-12, Marcos 8:15, 1 Corintios 5:6-7, Gálatas 5:9). La mujer es identificada como un símbolo siniestro según Zacarías 5:7-8, Apocalipsis 2:20,17:1. Pero, ¿con qué vamos a identificar a las tres medidas de harina? Jesús advierte el sentido siniestro de doctrina en tres clases de opositores a la pureza del evangelio: los fariseos, los saduceos y lo herodianos (seguidores de Herodes).


LOS FARISEOS.

Cuando los expatriados volvieron del cautiverio babilónico, y malentendiendo la naturaleza de la santidad de Dios, cultivaron un separatismo falso, olvidándose de ser "luz a las naciones". Evitaron todo contacto con los paganos, así nació el fariseismo. La división se hizo peor, cuando Palestina fue influida por el Imperio Griego. Algunos judíos (helenistas) la aceptaron; otros (los hasideos, de Hasadim, que significa santos), la resistieron. De los helenistas surgieron los saduceos, de los hasideos los fariseos. Fariseo, es un término arameo que significa "separatistas". En su afán de no contaminarse con nada y seguir estrictamente la ley, se mantenían alejados de todo contacto que, según ellos podía contaminarlos. Se alejaban del "pueblo común", que por ignorar la ley, no la cumplía y por quebrantarla era inmundo. Era un partido de resistencia, su intento era volver a la ley mosaica, para observarla y ajustarse a sus preceptos. Mostraban una piedad formal externa pero una equivocada actitud de corazón. Representaban la levadura de la tradición, que intentaba corromper la pureza de la revelación divina. Eran el símbolo de una religión vacía de contenido, pero llena de reglas y preceptos.

Los fariseos creían en la moralidad exterior, Jesús en la moralidad interior. Marcos 7:20 dice: "Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre". Lo que Jesús atacó, no fue la ley, sino la tradición, que era una tergiversación de la ley. La frase insistentemente usada en el Sermón del Monte, "oísteis que fue dicho a los antiguos (a sus antepasados)" no dice lo que fue escrito, sino lo que fue dicho. Los fariseos habían caído en legalismo. El legalismo, es el uso erróneo de la ley, por medio del cual se la pervierte, cuando se hace camino de salvación o mero código externo, o ambas cosas a la vez. En el Sermón del Monte, hay seis alusiones que comienzan: "oísteis que fue dicho..." ¿por qué? Porque todos los que quieren justificarse por medio de la ley, terminan modificándola y pervirtiéndola para poder escapar de sus demandas y hacer nula su autoridad. Veamos: 1) El no matarás, también incluía lo que ellos no imaginaban, el hecho de enojarse o llamar fatuo a un hermano. 2) El no cometer adulterio, también no tuvieron en cuenta que el hecho de mirar para codiciar la mujer del prójimo también era adulterio. 3) También habían pecado cuando en caso de divorcio, los hombres habían incluido los caprichos arbitrarios y no se limitaban al hecho de haber hallado algo indecente en ella. 4) Hacían algunos tipos de juramentos y otros no. Jesús dijo, que la palabra de un creyente no necesitaba reafirmarse por un juramento. O sea que no debía jurar. 5) El "ojo por ojo y diente por diente", era una guía para la equivalente restitución, pero los fariseos lo habían usado para justificar la venganza. 6) El amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo, era una versión perversa de la tradición que les evitaba "incomodidades", ya que el prójimo se limitaba a ser un minúsculo grupo íntimo. Estos seis ejemplos que anteceden muestran el siguiente panorama: a) Se procuraba de alguna manera ampliar los derechos. Justificaban así muchos divorcios indebidos, que obedecían a meros caprichos egoístas de los hombres. A partir de allí, fue establecida la causa de la infidelidad. El "ojo por ojo.." que nació para restituir lo equivalente a lo perdido, fue la puerta para los deseos de venganza. b) Se procuraba restringir lo "incómodo" de los mandamientos. El prójimo era tan solo otro israelita o sea tu amigo. Jesús se opuso a esto y mandó a que amáramos a los enemigos. c) Permitían una moral o santidad superficial.
"Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos" Mateo 5:20.

La levadura farisea llevaba al mero proselitismo, olvidando la evangelización. Mateo 23:15 dice: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros"Proselitismo: es convertir a alguien a nuestras opiniones y cultura, amoldándolo a nuestra modalidad. El motivo que nos impulsa es extender nuestro imperio. Evangelización: es proclamar las buenas nuevas de Dios en Jesucristo, para que los hombres crean y tengan vida, y sean conformados a la imagen de Jesucristo y no a la nuestra. El motivo que nos impulsa, es el deseo del bienestar del hombre y la gloria de Dios.

La levadura farisea los llevó a mal comprender la naturaleza de la santidad que Dios requería de ellos, formulando un separatismo falso. Debían ser luz a las naciones (Isaías 49:6), pero no lo hicieron, ya que evitaron todo contacto con los paganos por miedo a la contaminación.

La levadura farisea los llenó con una actitud de superioridad y escarnio hacia el pueblo necesitado de guía. Mostraron su fastidio ante la popularidad de Jesús (Juan 7:48-49). Crearon una "hermandad cerrada". Eran así ásperos y severos, sin compasión por los ignorantes, los pecadores y los necesitados. "Los fariseos pensaban en sí mismos, de cómo mantener su propia pureza, Jesús pensaba primero en otros, como buscar y salvar al perdido". Es la figura del médico que se arriesga al contagio, pero no rehusa atender al enfermo. Es el pastor que busca a la oveja perdida, o la mujer que ha perdido el dracma, o el padre que perdió a su hijo.



LOS SADUCEOS.

Los saduceos fueron permeables a la influencia helénica o griega. Llegaron a ser un partido opuesto a los fariseos. Sus integrantes eran generalmente ricos, influyentes y con cargos públicos. Ellos negaban: a) la resurrección, ya que creían que alma y cuerpo mueren juntos. b) La existencia de los ángeles y demonios. ¿Por qué? Porque la ley de Moisés no tiene textos sobre estas doctrinas. Fueron influidos por los griegos, y así copiaron las ideas de Aristóteles, descartando todo lo que no es racional. Por eso Jesús los llamó generación de víboras (Mt 3:7), demandaban señal de parte de Jesús (Mateo 16:1-4) El Sanedrín estaba compuesto por los fariseos y los saduceos.

La levadura de los saduceos, representaba la especulación y la filosofía, que tanto daño han hecho a la pureza del evangelio a través de toda la historia. Para nombrar algunos de los exponentes del principio de la historia de la iglesia, tenemos a Cerinto, el precursor de los gnósticos, el cual distingue a Cristo de Jesús. El enseñó que Jesús fue hijo humano de María y José, y que en el momento del bautismo su cuerpo fue tomado por Cristo. En el siglo II, los gnósticos pretenden demostrar que las cosas profundas de la fe cristiana, era para un élite, un grupo de iluminados, una aristocracia espiritual. Para éstos, las exigencias morales y éticas importan muy poco. El cuerpo era algo muy pobre, simple caja o envoltorio y no podía contaminar el alma iluminada. 1 Juan 1:5, nos dice que "Dios es luz", y no hay tinieblas en El. Algunos anunciaban una perfección sin pecado. El pecado era asunto del cuerpo, pero no del espíritu. 1 Juan 2:3 dice: "sabemos que le conocemos". El conocimiento era la pasión de los griegos. Ellos creían en un conocimiento reservado para pocos, para los de intelecto superior y más capacitados.
Antiguamente la sociedad estaba más estrechamente relacionada y con menos oportunidades de vida privada, individual o separación. Baños públicos, gremios de comerciantes, templos paganos, paseos públicos, recintos políticos, etc, estaban infectados de ídolos. El cristianismo representó una amenaza a una estructura social de mucho tiempo. Ante este desafío algunos "iluminados" trataron o buscaron una manera de "relacionarse", pero generaron compromiso indebido con el paganismo, por ejemplo los nicolaítas y otros, que merecieron la censura de los apóstoles (Apocalipsis 2 y 3).
Algunos pensadores contemporáneos también generaron compromisos indebidos. Por ejemplo N. Vincent Peale, quien en sus escritos confunde fe con optimismo. El creía que el hombre puede cambiar su vida cambiando sus actitudes mentales. Iguala al pensamiento positivo con la fe bíblica. El no distingue fe en uno mismo con fe en Dios. A él no le preocupa para nada el objeto de la fe. Recomendaba repetir tres veces cada día: creo, creo, creo (no dice en que). Fe se transforma en confianza en sí mismo, optimismo sin fundamento. El pensamiento positivo es sinónimo de lo que quisiéramos que fuera cierto.
Décadas atrás captó la atención de muchos lo que dio en llamarse la "teología de la liberación", que en realidad fue usar la Biblia como pretexto para justificar los movimientos políticos de liberación, aún apoyando la violencia. En realidad fue una mera especulación basada en filosofía humana.
La teología de la prosperidad para nosotros no es bíblica. Tiene un alto contenido especulativo. Donde el dar se transforma en una "inversión" por todo aquello que voy a recibir. La motivación del dar está contaminada por una filosofía humana y no por el móvil del amor.


LOS HERODIANOS.

Eran un partido político adicto a Herodes. Hubo varios Herodes, porque Herodes es un título, que quiere decir: descendiente de héroes. Como los príncipes herodianos dependían de Roma, sus partidarios se sometían de buena voluntad al poder romano, y sostenían que era justo pagar tributo a los emperadores, cosa que negaban los fariseos. Sin embargo, ambos partidos, deseaban la continuación de la religión judía, y se unieron para oponerse a la obra de Cristo, el verdadero Mesías.
Los herodianos representan la levadura de la mundanalidad. Colosenses 2:8 nos dice: "Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo y no según Cristo".


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Aquí tenemos en un sólo texto, incluidos: la filosofía especulativa, las tradiciones, y la mundanalidad. Estas son las tres levaduras denunciadas por Cristo cuando dijo que debíamos tener cuidado con la levadura de los fariseos, saduceos y Herodes (Marcos 16:6-12, Marcos 8:15).
Hay un autor que nos narra una forma de cocinar a las ranas. Si las echamos en la olla de agua hirviendo, el calor las hará saltar. Pero si las ponemos en una olla con agua fría, e incrementamos muy lentamente la temperatura sólo se dará cuenta cuando esté cocinada. Nuestros valores cristianos dentro de esta sociedad se han ido cocinando lentamente a través del tiempo. Las ranas no advertían el cambio gradual en la temperatura del agua. Con frecuencia los valores y creencias reflejan la mediocridad de la sociedad moderna, y son valores empobrecidos. ¿Por qué no gritamos con mayor fuerza contra el aborto, la discriminación, la homosexualidad, el divorcio, los travestis, las inmoralidades y la corrupción generalizada?
¿Existe una gran o pequeña diferencia en cómo vive el mundo y como vivo yo? ¿Mi vida ofrece esperanza o desilusión?
Una persona recorrió todo EEUU, para entrevistar a 350 destacados líderes cristianos para realizar una tesis o trabajo. Al finalizar expresó: "He encontrado un gran celo por la obra de Dios, pero muy poca pasión por El". Ver Apocalipsis 2:2-4.

La obediencia es la característica sobresaliente del cristiano bíblico. El Dr Schaeffer, gran estudioso de nuestra cultura contemporánea dijo que la mayoría de las personas han adoptado dos valores empobrecidos: 1) La tranquilidad personal, es decir, déjenme solo, no me molesten con los problemas de otros. Se desea vivir la vida con un mínimo de incomodidad. Estando cerca de los necesitados, somos vulnerables. Que mis patrones de vida no sufran interferencia alguna, sin importar los efectos sobre los hijos y los nietos. 2) Abundancia, la abundante y creciente prosperidad. Una vida hecha de cosas, cosas y más cosas. El éxito se juzga por la abundancia material. Todo esto da lugar a los cristianos tibios. Somos cristianos bíblicos en espíritu, pero tibios en nuestra práctica. ¿Cómo darnos cuenta? Recordemos la tarea de los arqueólogos que exploran las ruinas de civilizaciones olvidadas. Buscan restos o trozos de cerámica, ¿para qué? Si las encuentran, saben que son partes de vasijas rotas y al estudiarlas proyectan como era cuando estaba intacta. Un pedacito de tu vida, no es un hecho aislado, ni desvinculado entre sí. ¿Cómo encaja en el todo? En ocasiones resultamos ser dos personas en una sola. El cristiano visible, el que todos ven, sabemos que hablar y cómo comportarnos. Ante cada grupo somos diferentes. Por ejemplo en la cancha de fútbol, en el trabajo, en la iglesia, en el grupo familiar, etc. A veces desempeñamos papeles bien diferenciados. Esto nos lleva a la crisis de identidad: ¿cuál de todos es mi verdadera persona? El cristiano verdadero es el que Dios conoce.

1 Juan 2:15 dice: "No améis el mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no provienen del Padre sino del mundo. Y el mundo pasa y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre".

"Los deseos de la carne": son las necesidades físicas como la comida, bebida, sexuales, de descanso, etc, que son legítimas pero que deben ser legítimamente satisfechas. En el caso de Jesús, la tentación de convertir la piedra en pan, lo alejaba de la voluntad de Dios. No estimulemos los deseos físicos más allá de la línea permitida por Dios. Tengamos presente los consejos: "huye de las pasiones juveniles" 2 Tim 2:2. "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros..." Col 3:5. "Despojaos del viejo hombre..." Col 3:9. "y revestido del nuevo" Col 3:10. "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados..." Col 3:12.

"La vanagloria de la vida": es el caso de la invitación dada a Jesús para tirarse de la parte más alta. Es el deseo de lograr grandes cosas, de ser un personaje, alguien importante. Es la ambición. Mostrar y mostrarnos.

"Los deseos de los ojos": representa lisa y llanamente la avaricia y el deseo sin límites de obtener cosas. Tanto tienes, tanto vales, dicen muchos hoy. Como cristianos diríamos "tanto eres, tanto vales". Sin darnos cuenta asumimos actitudes materialistas que nos presionan para tomar malas decisiones. El problema no es la cantidad de cosas, sino nuestra relación con las cosas. Cada cosa en nuestra vida es un instrumento o un ídolo. Los que conformamos esta sociedad, somos empujados a comprar, nos crean necesidades que no son tales. Cada propaganda de auto, perfume u otra cosa, nos dicen que con ellos nos vamos a sentir mejor. 1 Timoteo 6:8, nos dice que "teniendo sustento y abrigo estemos contentos". Los hombres de hoy están consumidos por el deseo de comprar cosas que no necesitan, con dinero que no tienen, para impresionar a personas que no les simpatizan. Las naciones de hoy son evaluadas por su ingreso per cápita, como si lo único que importara fuera el dinero. Luego de la segunda guerra, se paró la maquinaria bélica y hubo que encontrar salida para vender y vender. Un libro que se hizo famoso en la década del 50, denuncia la alianza entre los comerciantes y los estudiosos de la conducta humana, para estimular a los individuos a comprar más. Se logra que nos sintamos avergonzados por un auto viejo, o que vayamos a una fiesta con ropa que hemos usado otras veces. La satisfacción más grande de la vida la constituyen las relaciones personales. En la carrera materialista son dejadas de lado. Ver en Lucas 12:15 en que consiste la vida del hombre.  “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”



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