miércoles, 30 de septiembre de 2015

LA NECESIDAD DE LA BIBLIA PARA LA SALVACIÓN. (Por Wayne Grudem)


La Biblia es necesaria para el conocimiento del evangelio. En Romanos 10:13-17 Pablo dice: «Porque “todo el que invoque el nombre del Señor será salvo”. Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?…Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo».   Esta afirmación indica la siguiente línea de razonamiento:

1. Da por sentado que uno debe invocar el nombre del Señor para poder ser salvo. (En el uso paulino generalmente, tanto como en este contexto específico [véase v. 9], «el Señor» se refiere al Señor Jesucristo.

2. La gente puede invocar el nombre de Cristo solamente si cree en él (o sea, que él es un Salvador digno de invocar, y que responde a los que le invocan).

3. La gente no puede creer en Cristo a menos que oigan de él.

4. No pueden oír de Cristo a menos que alguien les hable de Cristo (un «predicador»).

5. La conclusión es que la fe que salva resulta al oír, o sea, al oír el mensaje del evangelio, y este oír el mensaje del evangelio resulta de la predicación de Cristo. La implicación parece ser que sin oír la predicación del evangelio de Cristo, nadie puede ser salvo.

Este pasaje es uno de los varios que muestran que la salvación eterna se alcanza únicamente mediante la fe en Jesucristo, y no hay otra manera. Hablando de Cristo, Juan 3:18 dice: «El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios». En forma similar, en Juan 14:6, Jesús dice: «Yo soy el camino, la verdad y la vida… Nadie llega al Padre sino por mí». Pero si las personas solo pueden salvarse mediante la fe en Cristo, alguien pudiera preguntar cómo pudieron ser salvos los creyentes bajo el antiguo pacto. La respuesta debe ser que los que fueron salvos bajo el antiguo pacto también fueron salvos al confiar en Cristo, aunque su fe era una fe que miraba hacia delante basada en la promesa de la Palabra de Dios de que vendría un Mesías o un Redentor. Hablando de creyentes del Antiguo Testamento tales como Abel, Enoc, Noé, Abraham y Sara, el autor de Hebreos dice: «Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra» (He 11:13). Y Jesús puede decir de Abraham: «Abraham, el padre de ustedes, se regocijó al pensar que vería mi día; y lo vio y se alegró» (Jn 8:56). Esto de nuevo al parecer se refiere al gozo de Abraham al mirar hacia delante al día del Mesías prometido. Así que incluso los creyentes del Antiguo Testamento tuvieron fe salvadora en Cristo, a quien miraban en el futuro, no con el conocimiento exacto de los detalles históricos de la vida de Cristo, sino con gran fe en la absoluta confiabilidad de la promesa de Dios. La Biblia es necesaria para la salvación en este sentido: Uno debe leer el mensaje del evangelio en la Biblia por uno mismo u oírlo de otra persona. Incluso los creyentes que llegaron a la salvación en el antiguo pacto lo hicieron confiando en las palabras de Dios que prometían la llegada de un Salvador.


Hay otros puntos de vista que difieren de esta enseñanza bíblica.

a)  Inclusivismo es la noción de que la gente puede salvarse por la obra de Cristo sin que lo conozcan y confíen en él, sino siguiendo simple y sinceramente la religión que conocen. Los inclusivistas a menudo hablan de «muchos caminos diferentes a Dios» aunque recalquen que personalmente creen en Cristo.

b)  Universalismo es la noción de que todas las personas a la larga serán salvas. A la noción que se mantiene en este capítulo, de que las personas no pueden ser salvas sin saber de Cristo ni confiar en él, a veces se le llama exclusivismo (aunque la palabra en sí misma es desdichada porque sugiere el deseo de excluir a otros, y por eso no conlleva el tema misionero que es tan fuerte en el Nuevo Testamento).



“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.
Hechos 4:11-12




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