La vida espiritual es un continuo crecimiento hasta el encuentro con Dios. Al respecto, Pablo Apóstol escribe... "Somos como un espejo que refleja la gloria del Señor, y vamos transformándonos en su imagen misma, porque cada vez tenemos más de su gloria, y esto por la acción del Señor, que es el Espíritu" (2 corintios 3, 18)
Hemos de propiciar ese crecimiento mediante la oración y la reflexión diaria de la Palabra de Dios... "Como niños recién nacidos, busquen con ansia la leche espiritual pura, para que por medio de ella crezcan y tengan salvación" (1 Pedro 2,2)
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