Una vida consagrada a Dios deja un gran legado para las futuras generaciones.
Cuando le consagras a Dios tu vida y tus proyectos terrenales, tu historia no queda inconclusa, continúa desarrollándose aún después de tu partida.
Es probable que no alcances a ver en su totalidad el fruto de las semillas que sembraste en vida, pero ten la certeza que el resultado de tantos años de esfuerzo no habrán sido en vano. Los cimientos que fijaste no se echarán a perder.
Es probable que no alcances a ver en su totalidad el fruto de las semillas que sembraste en vida, pero ten la certeza que el resultado de tantos años de esfuerzo no habrán sido en vano. Los cimientos que fijaste no se echarán a perder.
Sigue sembrando el bien, no te olvides de subordinar todas tus actividades seculares bajo la misión que Dios te ha encomendado, sigue esparciendo su LUZ en donde estés o vayas. Nada habrá sido en vano. "No nos cansemos de hacer el bien, que a su debido tiempo cosecharemos sin fatiga" (Gal 6,9)
Tu vida no transcurrirá en vano.
Tu historia no quedará inconclusa.
Tu historia no quedará inconclusa.
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