Jesús
dijo:
“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia”
Juan 10:10
Muchas personas han interpretado erróneamente
el versículo anterior cuando afirman que la vida abundante a la que Cristo se
refiere se limita a la posesión de riquezas materiales. Al mantener este punto
de vista, dejan de lado la vida espiritual como algo accesorio.
La vida en abundancia no es otra
cosa que la VIDA PLENA alcanzada por medio de nuestro Señor Jesucristo y que no
se condiciona a las circunstancias externas. Sea que poseamos o no abundancia
de bienes materiales, gozaremos de una vida plena en el Espíritu Santo.
Nuestro Señor Jesucristo cuando
vino a la tierra, se vio limitado de comodidades terrenales o privilegios.
Veamos tres ejemplos que lo testifican. Uno es que cuando iba a nacer, no había
lugar para él, por lo que sus padres tuvieron que dirigirse a un establo
rodeado de ganado. Fue ahí donde nació: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en
pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el
mesón” (Lucas 2:7); más adelante, vemos cuando desarrollaba su
ministerio público que no tenía un lugar específico donde descansar: “Jesús le dijo: Las
zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no
tiene dónde recostar su cabeza” (Mateo 8:20) Comía, descansaba y dormía en cualquier
lugar, a lo mejor incómodo en todo sentido. En otra ocasión no tenía como
pagar sus impuestos y vean lo que pasó: “Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que
cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos
dracmas? El dijo: Sí. Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo:
¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos
o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños? Pedro le respondió: De los
extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos. Sin embargo, para no
ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y
al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti. (Mateo 17:24-27). Estos
testimonios de nuestro Señor Jesucristo nos evidencian que la vida en
abundancia NO está circunscrita a los bienes materiales, sino a los
espirituales.
¿Qué
pasó cuando envió a sus discípulos a predicar?
Les dijo que NO llevaran nada para el camino: “No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en
vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de
calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento” (Mateo 10:9-10). Más
adelante el apóstol Pablo testifica: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy
enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener
abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece. (Filipenses 4:11-13).
Todo lo anterior nos viene a confirmar
que el “éxito” de la vida cristiana NO se limita a lo material. Es más, en
cierta ocasión nuestro Señor Jesucristo dijo: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la
polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos
tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones
no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón” (Mateo 6:19-21). ¿Significa
acaso que Dios quiere que seamos pobres materialmente? NO. Lo que quiere es que valoremos lo
espiritual antes que lo material, y que si alguna vez, como resultado de
nuestro trabajo honrado llegamos a obtener riquezas, que no pongamos en ellas nuestra
esperanza si no en Dios y que las compartamos con aquellos que padecen
necesidad. Veamos los lineamientos que Pablo le da a Timoteo con respecto a los
ricos: “A los
ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las
riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las
cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en
buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo
por venir, que echen mano de la vida eterna” (1 Timoteo 6:17-19).
Creo que la posición de Dios con respecto a este tópico está más que claro. Si Dios te ha bendecido materialmente por
medio de tu TRABAJO HONRADO, entonces comparte lo que tienes. Es la orden
expresa que da en su Palabra.
¿QUE ES LA VIDA ABUNDANTE EN CRISTO?
La vida abundante en Cristo es el
resultado de la comunión íntima que se tiene con él y se manifiesta por medio
de diversos estados o actitudes en el cristiano. Se trata de una VIDA PLENA que
revitaliza los pensamientos, las emociones y la voluntad propiciando
consecuencias insospechadas de bendición.
Veamos algunas evidencias de la
VIDA PLENA manifestadas en el creyente.
VIDA PLENA... Certeza de la realidad eterna, poderosa y
activa de Dios en nuestro interior.
VIDA PLENA... Convicción sobrenatural y discernimiento del
contenido de la Palabra de Dios.
VIDA PLENA... Deseo intenso de hablar con Dios, de
nutrirse de las enseñanzas de su Palabra y seguirlas radicalmente al pie de la
letra.
VIDA PLENA... Reflejo espontáneo de amor, solidaridad y
justicia a favor del prójimo.
VIDA PLENA... Conciencia que hemos venido al mundo a
cumplir con una misión encomendada por Dios.
VIDA PLENA... Reflejo de vida fructífera en medio de
cualquier lugar o circunstancia.
He citado algunas evidencias de
VIDA PLENA en el cristiano; para ello es necesario incrementar nuestro tiempo diario
de oración y reflexión bíblica para que la acción sobrenatural del Espíritu
Santo nos llene de ella.
La VIDA PLENA o la VIDA EN
ABUNDANCIA no se alcanzan bajo ningún método humano, pues viene directamente de
Dios quien por medio de Jesucristo nos capacita para experimentarla y vivirla.
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