Es necesario ser coherentes con lo que creemos,
enseñamos y cantamos. A estas alturas de nuestra
vida cristiana o ministerial, muchos hemos adquirido grandes conocimientos
profundos de la Palabra de Dios y los hemos transmitido eficazmente por medio de su enseñanza, predicación, algún
consejo oportuno o por una alabanza; hemos “tocado corazones”, hemos visto
frutos de arrepentimiento en las personas a quienes hemos transmitido todas
estas verdades, hemos visto el respaldo divino en lo que emprendemos en el
nombre del Señor.
Pero... ¡Cuidado!
Es necesario ser coherentes con lo que creemos.
El
hecho de ser instrumentos poderosos y eficaces del Señor, no indica que nuestra fe sea genuina en cuanto a los frutos de
obediencia. Nuestro Señor Jesucristo es sumamente enfático en hacerlo
notar. Por favor, lee bien el siguiente texto: “No todo el
que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre
que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí;
apartaos de mí, hacedores de maldad.” (Mateo
7:21-23)
Nuestra FE debe coincidir con la OBEDIENCIA
ESPONTANEA a la voluntad de Dios. Caso contrario
NO ES FE, es apariencia farisaica. La Palabra de Dios es clarísima al decírnoslo. “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene
fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana
están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de
vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas
que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no
tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo
obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú
crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas
quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?” (Santiago
2:14-20) Más claro y específico no puede ser este principio de
fe. No se trata de hacer buenas obras por imposición o como un requisito
fundamental y obligado para salvarse; sino que se trata de las consecuencias eficaces de una fe genuina en Cristo.
No
seamos de “los que dicen” y “no hacen”. Seamos coherentes con nuestra fe. Necesitamos
vivir amoldados a la voluntad de Dios mediante una vida espontánea de
obediencia; si no la tenemos, entonces que nuestra prioridad sea la de cultivar
nuestra comunión con Dios por medio de la oración y la reflexión de su Palabra.
Retomo
algo que escribí en la reflexión de ayer en el blog con fecha 23 de febrero
2015:
“La clave para llevar una vida apegada a los
principios bíblicos es vivir en comunión permanente con Dios; será así como
espontáneamente reflejarás una vida espiritual
fructífera en todo momento y lugar. Por tal motivo es de vital
importancia que dediques buena parte de tu tiempo para la oración y la
reflexión bíblica para que adquieras la capacidad de mantenerla. No se puede de
otra manera.
Al
vivir en comunión permanente con Dios, adquieres convicciones firmes de su realidad y de
su mensaje revelado en la Biblia; se trata de una compenetración tal, que te
impulsa a amarlo sobre todas las cosas, a desechar todo pecado y a
identificarte con él en sus sentimientos de compasión incondicional hacia los
demás. Su visión es tu visión. Su proyecto es tu proyecto.
Al
vivir en comunión permanente con Dios, entiendes lo que significa aplicar la justicia y
la solidaridad de acuerdo a los parámetros divinos y no de acuerdo a la
“justicia humana” que está basada en ideologías políticas e intereses egoístas. Entiendes que
la justicia cristiana no se compara con la “justicia” que quieren imponer
algunos gobernantes sedientos de odio y venganza.
Al
vivir en comunión permanente con Dios, los frutos espirituales
se hacen evidentes por medio del testimonio de vida que proyectas en donde
quiera que vayas.”
ES NECESARIO CULTIVAR LA COMUNIÓN PERMANENTE CON
DIOS.
No
se trata de una opción, se trata de una necesidad urgente. Entendemos que en nuestras
fuerzas somos 100% incapaces de hacerlo debido a nuestra tendencia pecaminosa,
y que solamente el Espíritu Santo nos puede capacitar para tal propósito.
Nuestro ministerio cristiano puede ser brillante y fructífero.
Pero... ¡Cuidado! Es necesario ser coherentes con lo que creemos.
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@JAlfredoLievano
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