Lo que le leerán a continuación
está tomado de un folleto titulado “Catorce señales
que anuncian el retorno de Cristo”. Autor: Roderick
C. Meredith. Es un artículo muy largo pero creo que vale la pena
imprimirlo y leerlo. No podemos permanecer ciegos y sordos ante lo que está
sucediendo a nuestro alrededor. Lo que sigue NO es de mi autoría
--------------------------.
El derrumbamiento de los países. La Gran Tribulación.
Antes de que Jesucristo
retorne a la tierra con gran poder y gloria para establecer su reino, veremos la
decadencia y la futura caída de grandes países en manos de sus enemigos. La
terminología que emplea la Biblia para referirse a este futuro acontecimiento
es "la gran tribulación".
La palabra de Dios nos
revela y nos advierte que se acerca el período más horroroso y aterrador de
toda la historia de este planeta. Esos días espantosos que se avecinan (la gran
tribulación) los llama también la Biblia "angustia
de Jacob" (Jeremías 30:7). Será algo tan horrendo que la
destrucción y el genocidio perpetrados en la segunda guerra mundial serán un
pálido reflejo en comparación con lo que va a suceder.
Examinemos entonces las
Escrituras que se refieren a esta dramática alteración de la estructura del
poder mundial, porque vendrá de súbito sobre un mundo desprevenido, como trampa
que se dispara de repente de la cual nadie se escapa. Créanlo o no, muchos si
no la mayoría de los que hoy viven, presenciarán estos cataclísmicos sucesos. "Mas ¡ay! de las que estén encintas, y de las que críen
en aquellos días! Porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este
pueblo" (Lucas 21:23).
Si entendemos en toda su amplitud el significado de esta profecía, Jesucristo
no se estaba refiriendo únicamente a los pobladores de la moderna nación de
Israel, sino que incluía a los anglosajones y celtas que junto con los judíos
constituyen los descendientes actuales de las antiguas doce tribus de Israel.
Veamos esta misma
profecía en el relato paralelo consignado en el evangelio de Mateo, "Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha
habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos
días no fuesen acortados, nadie sería salvo [quedaría con vida]; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán
acortados" (Mateo 24:21:22).
En otro tiempo NO hubiera sido posible exterminar a todo el género
humano. Aun en las pasadas dos guerras mundiales hubo
muchos millones de personas que conservaron su vida en el África, en el Asia,
en Australia y en las Américas. Jesucristo se refirió en esta profecía a un
tiempo único en la historia de la humanidad en que ningún país del mundo podría
estar seguro de no ser totalmente aniquilado. Hoy sabemos que una guerra
termonuclear tiene el potencial de borrar toda vida humana de este planeta.
Después de la
construcción de la primera bomba de hidrógeno en el decenio del 50 las
potencias mundiales han multiplicado su capacidad destructiva hasta el punto en
que el arsenal nuclear actual puede matar a los casi 6000 millones de
habitantes que hay hoy en la tierra MULTIPLICADOS POR VEINTE.
¡Jesucristo se estaba
refiriendo a nuestra época! Todas las legiones romanas de aquellos días no
hubieran podido efectuar tan inmensa matanza.
Veamos ahora lo que
dice el profeta Jeremías con referencia a los tiempos terribles que se
avecinan, "Estas, pues, son las palabras que habló
el Eterno acerca de Israel y de Judá [como hemos dicho antes, los
descendientes actuales de Israel son, además de los judíos, los pueblos celtas
y anglosajones]. Porque así ha dicho el Eterno: Hemos
oído voz de temblor; de espanto, y no de paz. Inquirid ahora, y mirad si el
varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus
lomos, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros.
¡Ah, cuán grande es aquel día! Tanto, que no hay otro semejante a él" (Jeremías 30:4-7). Nunca antes en la historia humana ha
habido tiempo de tribulación como este. En las palabras que por medio del
profeta Jeremías Dios les dirige a los descendientes actuales de las tribus de
Israel la prueba que se avecina se llama "tiempo
de angustia para Jacob" (Jeremías
30:7). El mismo vocablo hebreo que fue traducido como
"angustia" en este versículo, también puede traducirse como
"tribulación".
Será un tiempo de
tribulación tal que no habrá otro semejante a él. No puede haber dos tiempos de
tribulación como este. Por lo tanto es la misma tribulación de la cual hizo
mención Jesucristo en Mateo 24:21, en Marcos 13:19 y en Lucas 21:23. Es también
la misma "tribulación" o "prueba" que se menciona en
Ezequiel 36, en Daniel 12:1, en Apocalipsis 3:10 y 7:14. Si ponemos en
perspectiva todas las profecías bíblicas que se refieren a este período es
evidente que los primeros en sufrir el impacto de la "gran
tribulación" serán los descendientes contemporáneos de las doce tribus de
Israel, y después de estos, el mundo entero sufrirá los efectos de aquel
terrible tiempo de prueba hasta el punto en que "si no se acortasen
aquellos días, nadie escaparía con vida" (Mateo 24:22, Nueva Biblia
Española).
Los anglosajones de los
Estados Unidos, del Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelandia y Sudáfrica
son los descendientes contemporáneos de la tribu de José. José tuvo dos hijos,
Efraín y Manasés. Cuando Israel su padre los bendijo dijo de Manasés "El
vendrá a ser un pueblo y será también engrandecido". Y de su hermano menor
Efraín dijo: "Su descendencia formará multitud de naciones". Existe
amplia documentación histórica basada en estas y en muchas otras profecías
bíblicas que demuestran en forma fehaciente que los Estados Unidos corresponden
hoy a la tribu de Manasés y el reino Unido y los países de la Comunidad de
Naciones que mencionamos más arriba corresponden "a la multitud de
naciones" que mencionó Jacob con respecto a Efraín. No contamos con espacio
suficiente para presentar todos los hechos que demuestran el asombroso
cumplimiento de estas profecías. Sin embargo, tenemos el proyecto de poner
todos estos datos al alcance de nuestros lectores de habla hispana en una
futura publicación.
Bástenos por ahora
recordar el principio bíblico que dice: "Porque
todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se
le haya confiado, más se le pedirá" (Lucas
12:48). Durante los últimos 200 años los países anglosajones han
contado con inmensas riquezas y poderío. Mas al igual que los imperios del
pasado, estos países están llegando a un grave estado de degeneración moral que
exportan a todo el mundo en forma de pornografía, música, y espectáculos
cinematográficos que promueven toda suerte de perversión moral.
Con todo, gran parte de
la población, sobre todo en Estados Unidos, dice creer en Dios. En este caso se
aplica lo que dice en Marcos 7:6-7:
"Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías como está escrito: Este
pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, pues en vano me
honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres".
Hay muchas profecías
que declaran lo que les acontecerá a los pueblos anglosajones en el tiempo del
fin si no se arrepienten de su obstinada desobediencia a los mandamientos de
Dios.
En el capítulo 26 del
libro del Levítico se encuentra una profecía fundamental y de gran significado
para nuestra época. Cuando uno comprende la identidad actual de los
descendientes de las tribus de Israel este capítulo adquiere un dramático significado.
Debemos estar atentos
al cumplimiento de las profecías que anuncian la decadencia de Estados Unidos y
Gran Bretaña, en lo que se refiere a poder y prestigio nacionales antes de que
sus ciudades sean totalmente demolidas en un futuro capítulo de la tercera
guerra mundial, la cual será la más devastadora de toda la historia del género
humano.
Los problemas se irán
agravando y veremos cómo estas cosas se irán cumpliendo ante nuestros ojos. La
decadencia de los Estados unidos y de los países de habla inglesa, la
humillación de su poderío, y finalmente la devastación de estos países,
ocurrirá con absoluta certeza a no ser que se arrepientan y se vuelvan con todo
su corazón a su Creador, al verdadero Dios de la Biblia.
Dios declara lo
siguiente con respecto a la gran tribulación: "Si
no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, y si desdeñareis mis
decretos, y vuestra alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis
mandamientos, e invalidando mi pacto, yo también haré con vosotros esto:
enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y
atormenten el alma; y sembraréis en vano vuestra semilla, porque vuestros
enemigos la comerán. Pondré mi rostro contra vosotros, y seréis heridos delante
de vuestros enemigos; y los que os aborrecen se enseñorearán de vosotros, y
huiréis sin que haya quien os persiga" (Levítico 26:14-17). El Dios Omnipotente declara el castigo
que traerá sobre estas naciones si continúan empeñadas en transgredir sus
mandamientos.
En una obra de gran
perspicacia titulada La Verdadera Guerra, el ya fallecido ex presidente Richard
Nixon muestra que los Estados Unidos tienen el poder pero han perdido la
determinación. Nixon escribe: "El mal de los
Estados Unidos no es en sí mismo una enfermedad mortal, sino una especie de
parálisis que puede llegar a ser mortal si no se le da el tratamiento adecuado.
Juntamente con nuestros aliados del mundo occidental, tenemos la capacidad de
sobrevivir, de prosperar y de hacer frente a las amenazas que con renovada
fuerza están poniendo en peligro nuestra seguridad. Sin embargo, la pregunta es
si vamos a utilizar esa capacidad".
¿Han perdido la
determinación para utilizar el gran poder que les ha sido dado ejercer en el
ámbito mundial? El poder se le está escapando de las manos. La proliferación de
las armas nucleares y de otros armamentos ultramodernos hacen cada vez más
costosa y difícil para Estados Unidos la tarea de ejercer su voluntad sin
costos "inaceptables".
El dominio se está
escapando de las manos de los Estados Unidos y es una tendencia que continuará
acelerando con el tiempo. Si bien es una nación que aún dispone de gran poderío
ya no tiene la habilidad, la confianza y la visión para emplearlo.
El ex presidente Nixon
agrega lo siguiente al respecto: "La falta de
determinación de parte de los Estados Unidos en los últimos años es en cierta
medida la fatiga que produce el haber llevado la carga del liderazgo mundial
durante casi 40 años. A esto también se suman los traumas de Vietnam y
Watergate. Pero lo que más ha contribuido es que aquellos que pretenden ser los
guardianes de nuestros ideales se han convertido en los artífices de nuestra
retirada" (La Verdadera Guerra).
Continuando ahora en el capítulo 26 del Levítico, Dios dice,
"Y si aun con estas cosas no me oyereis, yo
volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados. Y quebrantaré la
soberbia de vuestro orgullo" (Levítico
26: 18-19).
Estos países serán
quebrantados y humillados. Estas son cosas que ya estamos presenciando. Si
estamos atentos a las noticias, veremos los graves problemas que asedian a los
Estados Unidos y a los países de habla inglesa. Uno de ellos es una deuda
nacional que no logran controlar.
Los capítulos 26 del
libro del Levítico y 28 del Deuteronomio constituyen poderosas advertencias
proféticas para hoy, porque Dios no cambia (Malaquías 3:6, Hebreos 13:8). Dios
promete bendecir a las personas y a las naciones que le obedecen. Mas a quienes
se obstinan en infringir sus mandamientos dice "Maldito
serás tu en la ciudad" (Deuteronomio
28:16). ¿Están bajo maldición las ciudades? En Estados Unidos, (y en
muchos países del mundo) son muchas las personas que temen salir de sus casas
de noche. Los ancianos y las mujeres especialmente, corren gran peligro. Los
delincuentes andan libres por la calle, y los ciudadanos están presos en sus
casas.
La desobediencia de las
naciones que han gozado de gran abundancia material acarreará maldición sobre
su producción de alimentos, maldición de la vida matrimonial, y maldición sobre
los programas y proyectos que emprendan a nivel nacional porque se han apartado
más y más de las leyes del Gran Dios de los Cielos.
La decadencia moral de
estos países se hace manifiesta en el aumento del crimen, la violencia, la
infidelidad conyugal, las perversiones sexuales, la mentira, el engaño, el robo
y todo mal imaginable que Dios abomina. El egoísmo y decadencia del "modo
de vida moderno" basado en el egocentrismo, el orgullo y la vanidad, están
carcomiendo la estructura que ha facilitado la prosperidad de estos países.
Los países anglosajones
con sus grandes riquezas materiales se han alejado más y más de Dios. Las
normas de la buena conducta moral se están desvaneciendo en la sociedad. Se han
multiplicado las perversiones sociales, la mentira, el robo y el homicidio.
Dios castigará a estos países por su propio bien así como un padre castiga al
hijo a quien ama (Hebreos 12:6).
Dice además la
profecía: "El Eterno traerá contra ti una nación
de lejos, del extremo de la tierra, que vuele como águila, nación cuya lengua
no entiendas; gente fiera de rostro, que no tendrá respeto al anciano, ni
perdonará al niño" (Deuteronomio
28:49-50).
Es interesante mirar
esta profecía desde el punto de vista de los Estados Unidos, país que en las
pasadas dos guerras mundiales, al igual que Inglaterra no fue invadido por sus
enemigos. Mas como dice la Escritura: "El Eterno
traerá contra ti una nación de lejos, del extremo de la tierra, que vuele como
águila, nación cuya lengua no entiendas; gente fiera de rostro que no tendrá
respeto al anciano, ni perdonará al niño". Hay tres naciones en el
mundo que utilizan el águila como símbolo. Una de ellas es los Estados Unidos,
la otra es Rusia, y la tercera es Alemania. El enemigo que va a invadir a los
Estados Unidos y a Inglaterra en esta ocasión será rápido como el águila, y
hablará un idioma diferente. Será también gente "fiera de rostro". Lo
cual significa un pueblo guerrero.
Dios predice además que
esta nación "pondrá sitio a todas tus
ciudades" (Deuteronomio 28:52), y el hambre será tal en medio del
pueblo que sufrirá el asedio enemigo, que en su desespero recurrirán al
canibalismo (Deuteronomio 28:53).
En su palabra Dios
declara que ha de humillar y de corregir a estos pueblos, pero también promete
librarlos de todas sus angustias, cuando aprendan verdaderamente la lección y
se aparten de todas sus abominaciones.
En el libro del profeta
Daniel leemos lo siguiente acerca de todas estas cosas: "En aquel tiempo se levantará Miguel [un poderoso arcángel] el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo;
y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces".
Es evidente que el "pueblo" de Daniel comprende no sólo a los judíos
sino a los demás descendientes de las tribus de Israel.
"Pero en
aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el
libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados,
unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua" (Daniel 12:1-2).
El acontecimiento al
cual Daniel se refiere es inconfundible. Se trata de la resurrección de los
santos a la inmortalidad, la cual ocurrirá al sonido de la séptima trompeta
cuando Jesucristo regrese a la tierra acompañado de sus ángeles, para
establecer el reino de Dios y gobernar durante 1000 años (1 Corintios 15:1, 1
Tesalonicenses 4, Apocalipsis 20). Daniel no está hablando de algo que habría
de suceder por allá en la edad media. Esta profecía acerca de la gran
tribulación nos sitúa en los umbrales mismos del glorioso retorno de Jesucristo
a la tierra al final de esta era (Mateo 24:21-30).
Como lo revela la
profecía que acabamos de citar, el Dios Omnipotente le dará la orden a Miguel,
uno de sus poderosos arcángeles, quien está de parte de los hijos de Israel, un
pueblo que habrá sido reducido a la esclavitud y dispersado por todas las
naciones del mundo.
Dios da a conocer esta
futura y milagrosa liberación en el capítulo 30 del libro de Jeremías, "Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice el Eterno ni
te atemorices, Israel: porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos a ti
y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y
vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante. Porque yo estoy contigo para
salvarte, dice el Eterno, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te
esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de
ninguna manera te dejaré sin castigo" (Jeremías
30:10-11).
En los demás versículos
de este capítulo y en el capítulo 31 del mismo libro Dios explica las bendiciones
que derramará sobre su pueblo una vez que hayan aprendido la lección, "Y saldrá de ellos acción de gracias, y voz de nación
que está de regocijo, y los multiplicaré, y no serán disminuidos; los
multiplicaré y no serán menoscabados" (Jeremías
30:19).
¿Cuál será el último estado de los pueblos israelitas una vez que Dios
los libre del cautiverio y del yugo de su cruel opresor?
"Oíd palabra del Eterno, o naciones, y hacedlo
saber en las costas que están lejos, y decid: El que esparció a Israel lo reunirá
y guardará, como el pastor a su rebaño. Porque el Eterno redimió a Jacob, lo
redimió de mano del más fuerte que él. Y vendrán con gritos de gozo en lo alto
de Sion, y correrán al bien del Eterno, al pan, al vino, al aceite, y al ganado
de las ovejas, y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más
tendrán dolor. Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los
viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré y los alegraré
de su dolor. Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será
saciado de mi bien, dice el Eterno" (Jeremías
31: 10-14).
Desafortunadamente, las
malas noticias que predice la palabra de Dios acerca del espantoso tiempo de
tribulación, que se abatirá de repente sobre un mundo desprevenido, deben
ocurrir primero. Que doloroso es el ver que la gente no escucha, ni se
arrepiente ni busca a Dios. Ese tiempo
que se avecina será el peor período de tribulación de toda la historia del
mundo (Mateo 24:21, Jeremías 30:7, Daniel 12:1).
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