Ten presente hoy...
Que todo lo bueno que tienes y que pronto vas a obtener, viene directamente de Dios. El es tu proveedor directo.
Que si Dios te bendice con sus dádivas, no es por tus méritos o capacidades personales, sino por su gracia incondicional.
Que todo lo que te adjudicas como “tuyo”, te ha sido prestado por él, para que lo administres en función de tu prójimo y para la extensión de su Reino sobre la tierra. Tu deber es administrar sabiamente lo que Dios ponga en tus manos para ese propósito.
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Si Dios ha decidido bendecirte abundantemente, es porque quiere hacer de ti, un canal de sus bendiciones.
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Dios ya dio la orden para que esas bendiciones inmerecidas lleguen a tus manos, aunque ahora no entiendas como será; pero cuando eso suceda, no debes aferrarte a ellas ni idolatrarlas, pues son únicamente medios transitorios que él te da mientras estás en la tierra. Aquí, solamente estás de paso, pues el verdadero tesoro lo recibirás cuando salgas de este mundo...
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He aquí tres actitudes específicas que debes tener en cuenta...
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Haz de Dios tu prioridad única y absoluta, que todas tus cosas estén subordinadas a él...
Conságrale a Dios tus bienes para que se constituyan en medios de bendición para los demás y contribuyan en la extensión de su Reino...
Enfócate en cumplir con el propósito eterno por el cual has venido a la tierra; no hacerlo, sería echar a perder todo lo que eres y tienes.
“Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”.
1 Corintios 4:1-2
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