Has llegado al punto crítico de la tempestad que azota tu vida...
Humanamente hablando, ya comprobaste que lo único que te queda se ha comenzado a hacer pedazos...
No tienes de donde, ni de quien aferrarte...
Sientes que te hundes irremediablemente...
Sientes que no avanzas, y que sigues dando vueltas en el mismo lugar...
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Tu lógica te dice que aquí se acabó todo; pero tu fe te dice que estás en el inicio de una gran etapa de tu vida...
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Tienes la firme convicción que así será...
Es la primera vez que estás aprendiendo a tener paz en medio de la tormenta; tienes la firme convicción que de un momento a otro, Dios dará la orden para que tu panorama cambie de manera radical a partir de la imposibilidad. Has entendido que es por medio de esta situación que pasarás desde una “fe teórica” hacia una “fe práctica”.
Así será...
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza”.
Salmo 46:1-3
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