Si no deseas enfrentar consecuencias negativas y progresivas a la vez, y que te lleven a la ruina total, necesitas proceder de acuerdo a los lineamientos específicos que ha dejado establecidos nuestro Señor Jesucristo en su Palabra.
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Se trata de ser radicales en la obediencia a Dios.
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Dios no espera de ti una obediencia “a medias”, eso no sirve, no lleva a nada sino a la desgracia. El mismo te lo dice: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. Ojalá fueses frío o caliente. Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Apocalipsis 3:15-16. ¡Qué palabras tan duras, pero ciertas!; por lo tanto no intentes justificar tu mala conducta delante de Dios y tu prójimo, porque si lo haces y sigues procediendo así, las consecuencias de tus actitudes se harán más evidentes y dolorosas. Ten claro que son tus consecuencias las que te dañan, no es Dios. No le eches la culpa a Dios por tu desobediencia deliberada a su voluntad, la culpa es tuya.
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Toma hoy la decisión de practicar la obediencia radical a Dios.
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Ahora has entendido que no puedes, ni debes seguir en este ritmo de hipocresía y falsedad. No puedes llevar en una mano la verdad y en la otra la mentira; no puedes llevar en una mano lo correcto y en la otra el error. Esto se llama en términos seculares, una vida de “doble moral”. O estás con Dios o estás contra él. El apóstol Pablo lo confirma en sus cartas. Veamos un ejemplo: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré” 2 Corintios 6: 14-17. También el apóstol Pedro lo dice en una de sus cartas. Veamos otro ejemplo: “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”. 1 Pedro 1: 14-16.
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Necesitamos ser genuinos ante Dios y ante el prójimo.
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Si algo rechaza Dios rotundamente es la hipocresía. Esto lo vemos claro en las declaraciones que nuestro Señor Jesucristo le hace a los religiosos de su época: “Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.” Mateo 23: 27-28. Cuidado con la “doble cara”, cuidado con “refugiarse” en la religión para aparentar una vida de piedad. Es muy fácil engañar a tu prójimo, pero a Dios no lo puedes engañar. Esa vida oculta que llevas, no es de su desconocimiento, y déjame decirte que nunca ha estado de acuerdo con tu proceder. Tú lo sabes muy bien.
Dios conoce tus intenciones y deseos del corazón. Desperdicias tu tiempo si pretendes llevar un cristianismo tibio, pues él lo rechaza abierta y tajantemente. Mira lo que dice nuestro Señor Jesucristo al respecto: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. Mateo 7:21-23. Solo Dios sabe si procedes bajo una obediencia espontánea y radical a su palabra o no; por lo tanto, solo él tiene el derecho de juzgarte. Nadie más puede hacerlo, solo él.
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Examina tu vida bajo la luz de la Palabra de Dios.
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Que sea Dios mismo quien te escrute y muestre como has estado procediendo hasta este día. Muchas veces pensamos que estamos haciendo bien las cosas, pero en realidad no es así. Que importante es dejar que Dios nos hable por medio de la meditación de su Palabra y tomemos con humildad el consejo oportuno que tiene para ese momento. La Palabra de Dios es como un espejo que nos muestra como estamos en realidad aunque no nos guste su veredicto. Al respecto el escritor de la carta a los hebreos dice lo siguiente: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”. Hebreos 4:12-13.
No te puedes seguir engañando.
Que la Palabra de Dios interpele tu conciencia y te impulse a cambiar radicalmente de vida.
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Es posible que muchos hayan comprendido porque Dios permitió que esta reflexión llegara a sus manos precisamente ahora, cuando todo está a punto de echarse a perder definitivamente...
El desea ofrecerte, una vez más, otra oportunidad preciosa. ¡Aprovéchala!... Aprovéchala antes que sea demasiado tarde...
Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia, y danos tu salvación. Escucharé lo que hablará Jehová Dios; porque hablará paz a su pueblo y a sus santos, para que no se vuelvan a la locura.
Salmo 85: 7-8
Jehová dará también el bien, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia irá delante de él, y sus pasos nos pondrá por camino.
Salmo 85: 12-13.
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