martes, 7 de febrero de 2012

¿POR QUE TE DISCIPLINA DIOS?

Para responder esta pregunta, veamos lo que nos dice su Palabra.
Lee con atención el siguiente texto bíblico hasta que te quede claro.

Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
Hebreos 12:5-11

¿A quién le agrada ser disciplinado?
A nadie.
Sin embargo es necesario que como hijos de Dios tengamos que ser corregidos en ciertas aéreas, aun deficientes, para que alcancemos la madurez espiritual que él desea de nosotros.

Una de las razones por las que necesariamente somos corregidos por Dios, es porque nos cuesta creerle, sobre todo cuando el camino se nos vuelve “cuesta arriba”. (Así como en estos precisos momentos). Estamos tan acostumbrados a dejarnos llevar por nuestra lógica o por lo que alcanzamos a ver u oír, pero no a considerar las cosas bajo la perspectiva de Dios.

Dios quiere que le creas AHORA, aunque todo marche en sentido contrario.

Esa es la razón por la que estás pasando por todas estas circunstancias tan oscuras, desesperantes y tormentosas. Dios quiere que en medio de ellas aprendas a creerle, y mientras no llegues a ese punto de fe, la situación persistirá.

No es posible que a pesar de haber vivido tantas experiencias tan palpables del poder de Dios en momentos tan específicos, todavía persistas en la duda.
El escritor de la carta a los hebreos dice:

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Hebreos 11:6

Cada vez que dudas y cuestionas el poder de Dios, estás desagradándole. Estas tentándole, así como los israelitas lo hicieron en el desierto.
Nada menos ese “estrés” que ahora te domina, es precisamente por eso, por tu incredulidad.
¿O acaso no te acuerdas de todo lo que Dios hizo a tu favor?
Acuérdate que de donde no había nada, él te abrió caminos.
No hay razón para dudar.
Te invito a que leas la exhortación que hace el Señor en su Palabra.

Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones,  como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo. Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés?  ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?  ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.
Hebreos 3:7-19

Has visto tanto, y sin embargo sigues dudando. ¿Hasta cuándo vas a creerle a Dios?...    ¿Hasta cuándo vas salir de este círculo terrible de incredulidad? Esto depende de ti. Y yo te sugiero que lo hagas en este momento. Ya no te dañes más. Solo mírate cómo estás...
Precisamente ahora, en medio de esta situación tan insoportable e imposible que vives ahora, Dios quiere que aprendas a ver más allá de tu incredulidad. Si no lo haces, no alcanzarás lo prometido.

La disciplina por la que estás pasando en estos instantes de tu vida, está coincidiendo con el tiempo justo y perfecto. Todo ha sido cuidadosamente diseñado por Dios. No es casualidad que así sea.
Cambia de actitud ahora, y en medio de la tormenta que te golpea fuertemente, declara que para Dios no hay nada que sea imposible o difícil. Que así como lo hizo en épocas pasadas, así lo hará otra vez. Todo está bajo su control total.

No será casualidad que cuando le pidas perdón a Dios por tu incredulidad, le creas contra todo pronóstico favorable y comiences a dar los pasos de fe que él te demande, las cosas en tu entorno comenzaran a cambiar milagrosamente.

¡Desde el momento que le creas a Dios, las cosas comenzaran a ser diferentes!

La misericordia de Dios “acortará” el tiempo de la disciplina por la que ahora estás pasando, pero es necesario que ahora mismo le creas aunque no veas ni un tan solo destello de posibilidades.

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Hebreos 11:1

Dale las gracias a Dios, porque precisamente ahora te ha recordado tu condición actual. No ha sido casualidad. Todo ha sido en el tiempo justo y preciso.
¡Piénsalo bien!

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