Que la incredulidad y el desánimo, no sean impedimentos para que lleves a cabo el encargo que Dios te ha encomendado.
Como habrás visto, ahora enfrentas diversas oposiciones y aflicciones. Siempre cada día, se te presenta alguna.
Ya no soportas más...
Sin embargo, nuestro Señor Jesucristo fue claro en advertirlo:
En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo.
Juan 16:33
Así que no te desmotives por lo que estás enfrentando ahora, al contrario, es cuando más debes de ser fiel con el encargo asignado.
No ha sido casualidad que estés precisamente allí, donde todo se te ha vuelto en contra.
Es precisamente allí donde Dios te ha colocado, y en donde no te dejara ni te abandonara.
POR ESO, ANTE ESTA SITUACION PARTICULAR, TEN EN CUENTA ESTAS CUATRO RECOMENDACIONES.
Debes estar consciente que los tiempos en los que vivimos ahora son muy difíciles y peligrosos.
La maldad se ha multiplicado en todas partes, no te puedes esconder de ella.
Ofrécele a Dios tus dones, talentos y recursos para llevar a cabo la misión encomendada por él.
Ponlos cada día a su disposición, y veras como te los perfeccionará en las diversas áreas que los emplees.
Se diligente aunque todo lo tengas en tu contra.
Mira los desafíos y retos que Dios te ha puesto por delante. Son enormes, pero no te desmotives, El respaldará tu esfuerzo.
Sigue...
Fortalece tu espíritu, orando y reflexionando cada día en la Palabra de Dios.
Necesitas mucha fortaleza, fe y sabiduría de lo alto para seguir adelante.
Es imposible que sigas en “tus” fuerzas.
¡NADA TIENE QUE PERTURBARTE EN EL CUMPLIMIENTO DE TU MISION!
¡Adelante, siempre adelante!
Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal... Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios. Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
2 Corintios 4:7-11; 15-18
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