lunes, 31 de octubre de 2016

ESTAMOS EN PROCESO DE RESTAURACION.


Estamos en proceso de restauración.

¿Desde cuándo?...     Desde que Cristo nos justificó y nos salvó por haber creído en su obra redentora a favor nuestro en la cruz. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:1-2, 8-9). Desde el preciso momento que confesamos nuestra fe en Cristo como Señor y Salvador, adquirimos una nueva identidad como “hijos de Dios”. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12-13) . Desde ese preciso instante fuimos “sellados” para siempre con el Espíritu Santo. “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. (Efesios 1:13-14).



Estamos en proceso de restauración.

Dios ha comenzado a hacer una obra maravillosa en cada uno de nosotros, la cual mantiene activa y constante en todo  momento. “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6). Dentro de este proceso él está re-orientando nuestra historia personal de manera incomprensible hacia su propósito original, hacia el centro perfecto de su voluntad; sabemos que todo lo que nos acontece ahora va encaminado hacia ese fin. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). Así también simultáneamente, su Espíritu opera en nuestro interior cambios profundos; los pensamientos están siendo iluminados, las emociones están siendo sanadas, los sentimientos son sensibilizados y la voluntad está siendo motivada hacia la obediencia espontánea. Un proceso que lleva hacia a una transformación radical en la que todas las cosas son “hechas nuevas”. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).  



Estamos en proceso de restauración.

Dentro de este proceso, nos corresponde mantenernos despiertos y fuertes todo el tiempo.

¡Despiertos!...     Poniendo atención a la Palabra de Dios mediante su lectura, estudio y meditación para que sepamos que hacer y cómo proceder ante toda circunstancia.

¡Fuertes!...     Orando en todo momento; para enfrentarnos a nuestras tendencias pecaminosas, a las seducciones del mundo y a las estrategias satánicas.



Estamos en proceso de restauración.
¡No quedaremos a la deriva!
¡Nada es casualidad!



    
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José Alfredo Liévano.

PENSEMOS EN DIOS
@JAlfredoLievano

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