Al ser sanados de nuestra parálisis espiritual, nos vemos impulsados a levantarnos de nuestra condición y dar frutos para Dios en la misión que nos ha sido encomendada. Jesús nos lo recuerda... "Yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese fruto permanezca" (Jn 15, 16)
No dejemos de cultivar nuestra vida espiritual, y pídámosle a Dios que nos dé convicciones firmes en sus enseñanzas, mucha fuerza para enfrentar las adversidades y determinación para avanzar sin detenernos... "Pero ustedes sean valientes y no se desanimen, porque sus trabajos tendrán una recompensa" (2 crónicas 15,7)
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