Pongamos toda nuestra atención a la Palabra que Dios nos ofrece cada día, apliquémosla a nuestro diario vivir.
Cómete este escrito,
come ahora este escrito que te doy,
y llena con él tus entrañas
Ez 3, 1.3
Busquemos un tiempo diario para nutrirnos de las enseñanzas de Cristo en medio de nuestros afanes terrenales y del ruido ensordecedor del mundo.
No sólo de pan vivirá el hombre,
sino también de toda palabra
que salga de los labios de Dios.
Mt 4,4
Ciertamente sus demandas son fuertes, pero su meditación es agradable y satisfactoria.
Me alegraré en el camino de tus mandatos,
más que en todas las riquezas.
Salmo 119,14
Para mí vale más la enseñanza de tus labios,
que miles de monedas de oro y plata.
Salmo 119, 72
Tu promesa es más dulce a mi paladar
que la miel a mi boca.
Salmo 119, 103
Mi herencia eterna son tus mandatos,
porque ellos me alegran el corazón.
Salmo 119,111
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