Servir a Dios es proyectarse hacia el prójimo con la plena certeza de que tendremos todo su respaldo y su compañía constante en medio de toda circunstancia.
Servir a Dios es reflejar una vida cristiana fructífera y permanente. Esa es la razón por la que vivimos. Nuestro Señor Jesucristo nos dice...
"Os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca". (Jn 15,16)
En nuestras fuerzas somos incapaces de producir frutos de bendición por nosotros mismos. Así nos lo recuerda...
"Separados de mí, nada podéis hacer". (Jn 15, 5)
Oremos a Dios para que su Espíritu haga de nosotros árboles fructíferos en "ese lugar" donde nos ha colocado.
Servir a Dios es reflejar una vida cristiana fructífera y permanente. Esa es la razón por la que vivimos. Nuestro Señor Jesucristo nos dice...
"Os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca". (Jn 15,16)
En nuestras fuerzas somos incapaces de producir frutos de bendición por nosotros mismos. Así nos lo recuerda...
"Separados de mí, nada podéis hacer". (Jn 15, 5)
Oremos a Dios para que su Espíritu haga de nosotros árboles fructíferos en "ese lugar" donde nos ha colocado.
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