Las riquezas terrenales son efímeras e inestables; de nada sirve absolutizarlas, idolatrarlas y acumularlas, si al final de la vida todo se queda aquí.
"Sí, como una sombra anda el hombre; ciertamente en vano se afana; acumula riquezas, y no sabe quién las recogerá"
Salmo 39,6
Las riquezas terrenales únicamente son los medios temporales que necesitamos para subsistir en este mundo; pero hay una riqueza mucho más grande y sublime que hemos de atesorar, la riqueza que no se acaba.
"Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores"
1 Tm 6, 7-10
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BUSQUEMOS LA RIQUEZA
QUE NO SE ACABA.
"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan"
Mt 6,19-20
Ignoremos los espejismos terrenales que nos engañan y alejémonos del mundanal ruido que nos confunde; busquemos la verdadera riqueza que está oculta ante los ojos del mundo, la riqueza que no tiene parámetros de comparación, la riqueza que no se acaba, la riqueza que satisface.
Busquemos la verdadera riqueza contenida en la Palabra de Dios.
"Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza"
Col. 3,16
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La riqueza humana es temporal
La riqueza de Dios es perpetua
"Te pueden quitar muchas cosas, pero jamás podrán quitarte el llamado, las promesas, la gracia y el favor de Dios que hay sobre tu vida" (Anabela Bohnke)
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