jueves, 2 de abril de 2020

¿QUÉ NOS QUEDA POR HACER ANTE LA PANDEMIA?

Ante la pandemia generalizada que envuelve al mundo entero, es de notarse la angustia que se ha apoderado en millones de personas; ciertamente estamos ante un futuro incierto.

Lo que al principio parecía como algo muy fácil de controlar se salió de control, y según los pronósticos esto va para largo; por el momento, humanamente hablando, no se ve una luz al final del túnel.

Todo se ha salido de control, y los gobiernos de las grandes potencias del mundo están conscientes de ello; están comprobando ahora mismo, que ni los billones de dólares con los que cuentan, ni los últimos avances científicos y tecnológicos son capaces de frenar esta plaga terrible. 

Da la impresión como que Dios se ha olvidado del mundo, que lo ha dejado a la deriva para que sea envuelto en toda clase de males y se auto aniquile; Sin embargo, no es así, Dios le está demostrando al mundo que todo poder humano y toda grandeza terrenal no es auto suficiente para resolver los problemas que le aquejan.

Lamentablemente estamos viviendo en medio de una generación incrédula y perversa, que por haber SUSTITUIDO A DIOS,  ha provocado consecuencias lamentables. 

La verdad que un mundo que no toma en cuenta a Dios, va a la ruina total; le está demostrando que todo proyecto que se emprende sin los lineamientos de su Palabra, tarde o temprano se echa a perder. 


Preguntémonos...

¿Es necesario llegar a estas lamentables condiciones para entender que esto NO es culpa de Dios, sino nuestra?

¿Hasta cuándo dejará la humanidad de provocar consecuencias como resultado de su incredulidad y perversidad?

¿Es necesario llegar a este nivel de angustia para comprender que el mundo entero necesita convertirse a Dios?



¿QUÉ NOS QUEDA POR HACER 
ANTE LA PANDEMIA?

Reconocer que como seres humanos somos impotentes para resolver problemas que se escapan más allá de nuestras manos.

Reconocer ante Dios que hemos procedido en contra de sus lineamientos, que lo hemos sustituido por las cosas creadas y que por consiguiente hemos provocado consecuencias que ahora se escapan de nuestra manos.

Arrepentirnos de corazón; es decir, dar un giro radical en nuestra forma de pensar y proceder, estrictamente bajo los lineamientos de la Palabra de Dios.

Clamar a Dios para que derrame su Gracia incondicional y su Misericordia infinita sobre cada uno de nosotros y el mundo entero; clamar a Dios para que su Poder restaurador se derrame sobre nuestra tierra.

Tengamos siempre presente que Dios tiene el control total del caos que ahora nos envuelve; que en estos momentos críticos e imposibles, será él quien nos resuelva todo lo que esté fuera de nuestro alcance resolver; que en medio de todos nuestros conflictos, será él quien peleará nuestras batallas; que en medio de la desolación, será él quien nos conceda las oportunidades perdidas.

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ALGO MÁS...

Es tiempo que los gobiernos del mundo reconozcan que hay un solo gobierno superior ante quien deben de postrarse con humildad y seguir sus lineamientos basados en la justicia;  la verdad es que mientras continúen procediendo sin tener en cuenta a Dios en sus proyectos, las cosas jamás van a mejorar.

Aun estamos a tiempo...






1 comentario:

Gustavo dijo...

Esperemos que si...