Al hacernos un autoexamen ante Dios,
nos percatamos de lo indignos que somos ante él, de la incapacidad que poseemos
para fructificar y de las limitaciones diversas que nos atrapan.
Aquí se cumplen aquellas palabras de nuestro Señor Jesucristo...
“Porque separados de mí nada podéis
hacer”
Juan 15:5
¡INDIGNOS
E INCAPACES!
Nuestra
realidad ante Dios
De manera natural somos egoístas
cuando nuestros intereses individuales se ven comprometidos...
Nos aferramos con desesperación a las
seguridades materiales, terrenales y afectivas, olvidando que Dios es quien las
suple...
Nos sentimos temerosos ante las
circunstancias angustiantes, buscando el amparo en los recursos terrenales...
Somos inestables e inconstantes en
nuestra vida cristiana, reflejando una enorme mediocridad en todo lo que
hacemos...
No reflejamos un cristianismo
genuino, somos como tenues lámparas incapaces de reflejar con potencia la luz
de Cristo en el entorno que vivimos...
Persistimos en la incredulidad a
pesar de comprobar una y otra vez las acciones poderosas y soberanas de Dios.
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Es entonces, cuando desde esa condición
real comprendemos que Dios no nos toma en cuenta en sus proyectos eternos
porque seamos dignos o capaces; nos toma en cuenta para manifestar en nosotros
su GRACIA, su MISERICORDIA y su PODER.
Al respecto el apóstol Pablo
escribe...
“Porque lo insensato de Dios es más
sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Pues mirad, hermanos, vuestra
vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni
muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los
sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo
vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo
que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.
Mas por él estáis vosotros en Cristo
Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría,
gloríese en el Señor”
1
Corintios 1:25-31
¿Qué hacer
entonces ante esta realidad innegable?
Reconocernos 100% necesitados de la
Gracia de Dios y de su Poder transformador; ponernos bajo su disposición total,
para que haga de nosotros poderosas lámparas que proyecten su LUZ hacia todos
los rincones de nuestro entorno.
Recordemos...
“No que seamos competentes por
nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra
competencia proviene de Dios”
2
Corintios 3:5
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José Alfredo Liévano.
MINISTERIO
PENSEMOS EN DIOS.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra!
“Porque
así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de todas las
gentes, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra”
Hechos 13:47.
1 comentario:
Señor no dejes de mirar por tu pueblo
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