La ruta de la
obediencia está definida bajo dos parámetros fundamentales: El amor a Dios y el amor al prójimo. “Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y
sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El
primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor
uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este
es el principal mandamiento. Y el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro
mandamiento mayor que éstos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro,
verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con
todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las
fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y
sacrificios. Marcos 12:28-33. Todas nuestras
acciones deben estar envueltas bajo estos lineamientos; Ese debe ser nuestro estilo
de vida... “Andad en amor” Efesios 5:2
Si amas a Dios, sentirás la necesidad
espontánea de obedecerle sin condiciones; de seguir radicalmente, al pie de la
letra las enseñanzas de Cristo.
Si amas a Dios, sentirás la necesidad de
amar a tu prójimo bajo los lineamientos bíblicos.
Somete tu corazón
egoísta e indiferente bajo la acción sobrenatural del Espíritu Santo, para que al ser transformado, sigas espontáneamente la ruta de la obediencia incondicional;
no temas ante los obstáculos que encontrarás a lo largo de ella, pues en todo
momento contarás con todo el respaldo y la asistencia de Dios.
Quien ama... ¡Nada le falta!
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José Alfredo Liévano.
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PENSEMOS
EN DIOS
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