Perteneces al Dios Eterno.
Perteneces al Dios
eterno, creador del universo; te ha creado exclusivamente para que vivas en
unión íntima y eterna con él por medio de Jesucristo. “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también
ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has
amado desde antes de la fundación del mundo” Juan 17:24. Desde
siempre “existes” en la lista de sus elegidos, no eres producto de un accidente.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo
con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos
escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos
suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” Efesios 1:3-5. Tu nombre ya está registrado en las dimensiones celestiales
y eternas; así que alégrate por ello. “Regocijaos de que
vuestros nombres están escritos en los cielos” Lucas 10:20.
Posees un diseño celestial.
Dios te ha diseñado
con características espirituales, posees su hálito de vida, tienes su “adn”
eterno; te ha creado a su imagen y semejanza. No perteneces a este mundo
aparente y caduco aunque ahora estés en él; al respecto, el apóstol Pablo
escribe: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al
Salvador, al Señor Jesucristo...”
Filipenses 3:20. ¡Eres
diferente! Además de tus características terrenales y a diferencia de los demás
seres creados posees un diseño celestial. “Y así como hemos
traído la imagen del cuerpo terrenal, traeremos también la imagen del celestial” 1 Corintios 15:49.
Cuando tu cuerpo muera...
Un día tu cuerpo
morirá, volverá a la tierra de donde fue sacado; pero tu espíritu volverá a
Dios. “Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que
lo dio” Eclesiastés 12:7. Necesitas
tener esta certeza como la tuvo Job... “Yo sé que mi
Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta
mi piel, en mi carne he de ver a Dios”
Job 19:25-26. Como la que tuvo el apóstol Pablo... “Porque sabemos
que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo (el cuerpo), se deshiciere,
tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos” 2
Corintios 5:1.
Cuando tu cuerpo muera, será resucitado a una nueva
condición diferente a la actual, experimentará una transformación totalmente
opuesta a las leyes terrenales. ¡Algo
fuera de toda lógica! “Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los
muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si
no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el
grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como
él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. No toda carne es la misma carne,
sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la
de los peces, y otra la de las aves. Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos
terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los
terrenales. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria
de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. Así también
es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en
incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en
debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo
espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” 1 Corintios 15:35-44. Se
trata de una transformación sobrenatural y permanente en la condición de cuerpos
glorificados como el de Jesucristo. “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no
se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se
manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” 1 Juan 3:2. También el apóstol Pablo en la carta a los filipenses
lo reafirma... “El cual transformará el cuerpo de
humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la Gloria suya” Filipenses 3:21.
Dios decidió preservarte para siempre...
¡Su decisión permanece fiel!
En el plano de la
eternidad decidió ser tu Padre por medio de Jesucristo. Te creó y te engendró para
dicho propósito. “Mas a todos los que le recibieron, a los
que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los
cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios” Juan 1:12-13. Como Padre que es, te garantiza que no quedarás en
el polvo del olvido... “Yo nunca me olvidaré de ti” Isaías 49:8. Quien te
trajo a la existencia no te olvidará...
¡Jamás lo ha hecho! ¡Jamás lo hará!
Mientras vivas en el plano terrenal.
Que sea tu prioridad
cultivar tu vida espiritual para que no pierdas la noción de tu identidad y tu
destino eterno, para que no olvides... ¡QUIEN
ERES! y ¡HACIA
DONDE VAS!
Mientras vivas en la
tierra, prosigue hacia la meta definitiva sin mirar atrás, sin dejarte fascinar
por los espejismos que te rodean. “Pero una cosa hago: olvidando ciertamente
lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta,
al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” Filipenses 3:14.
Piensa en lo que está por delante...
¡El cielo es real!
“Después me mostró un río limpio de agua de
vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En
medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de
la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del
árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el
trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus
frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni
de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos
de los siglos. Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas”
Apocalipsis 22:1-6
¡Posees identidad celestial!
Al morir, poseerás un cuerpo glorificado...
Vivirás eternamente con Cristo.
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis
acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no
tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también
traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en
palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la
venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo
con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del
cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”
1 Tesalonicenses 4:13-17.
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