jueves, 3 de marzo de 2016

DESPUÉS DE TANTO TIEMPO... ¿CAÍSTE DE NUEVO?


Tarde o temprano comprobamos en carne propia nuestras tendencias pecaminosas; que aunque nos propongamos a no ceder ante alguna tentación, caemos vencidos por ella. De esto, el apóstol Pablo estaba más que consciente.

Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí
Romanos 7:15-20



Si alguna vez caes de nuevo, no te desanimes. ¡Levántate! Un buen atleta es aquel que no se queda tendido en la pista, sino que inmediatamente se levanta para continuar la carrera.
Es posible que algunos de ustedes creyeron haber superado sus antiguas debilidades, pero se encontraron recientemente con la sorpresa de volver a caer en ellas. Pensaron que eran invulnerables a ellas, se fiaron en sí mismos. No en vano nos advierte el Señor en su Palabra:

“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”
1 Corintios 10:12



Si alguna vez caes de nuevo, recuerda que Jesucristo es quien te justifica delante de Dios. Fue él quien pagó con su muerte de cruz todos tus pecados pasados, presentes y futuros. Se trata de una obra completa y eterna. Ninguna acción o sacrificio personal borrará tus pecados, únicamente la sangre de Cristo.
Dios conoce completamente tu historia personal completa, nada de ti está oculto, y a pesar de ello su GRACIA y MISERICORDIA incondicionales se mantienen firmes para ti y toda tu familia.

La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,  por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús
Romanos 3:22-24.



Pídele perdón a Dios, aplica la justicia de Cristo sobre tu vida, deja de recordar lo que hiciste y vive para él.  Al producirse un arrepentimiento genuino, su Espíritu te impulsará a rechazar toda clase pecado.

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.  Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
1 Juan 1:8-10


Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.  Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos
1 Juan 2:1-3



Ten la certeza que tus pecados han sido borrados por la sangre de Cristo.

Ten Paz...   
Dios te colmará de sus bendiciones inmerecidas.

Ten Paz...  
Dios no te tratará de acuerdo a tus malas acciones.

Ten Paz...
Dios ya lo olvidó todo.

“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.”
Isaías 43:25



Ya no quieres pecar, pero no puedes dejar de hacerlo. Ante este problema, es necesario que incrementes tiempo para cultivar tu vida espiritual mediante la oración y la reflexión bíblica, y así recibas la fuerza sobrenatural sobre tu debilidad.

Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Mateo 26:41

Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación
1 Pedro 2:2



Reflexiona en aquellas tendencias que te hacen fallarle a Dios, identifícalas, clama por fuerzas para no incurrir en ellas, abandónate bajo la GRACIA y la MISERICORDIA de Dios.

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.
Salmo 50:1-3







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