HUMILDAD
ES...
Reconocer nuestra
ausencia total de méritos ante Dios y de capacidades propias para llevar una
vida al estilo de Cristo... Reconocer
que por nosotros mismos somos incapaces de dar frutos dignos de
arrepentimiento... Reconocer
que en nuestras fuerzas somos como árboles secos e improductivos... Reconocer que fácilmente nos dejamos
fascinar por las tentaciones... Reconocer
que somos propensos a dejarnos llevar por nuestros impulsos pecaminosos... Reconocer que no podemos cortar
radicalmente con todo lo que nos separa de Dios.
HUMILDAD
ES...
Reconocer que
el Espíritu Santo en nosotros es el único capaz de hacer transformaciones
profundas y radicales en nuestro interior...
Reconocer que el Espíritu Santo produce en nosotros el deseo de
arrepentirnos de nuestros pecados... Reconocer
que el Espíritu Santo nos impulsa a enderezar los caminos torcidos... Reconocer que el Espíritu Santo nos
motiva hacia la obediencia radical de la Palabra de Dios... Reconocer que el Espíritu Santo pone en
nosotros el deseo de servir como Cristo lo hizo... Reconocer que el Espíritu Santo es
quien nos frena para no ceder ante las tentaciones que continuamente nos
presionan... Reconocer
que el Espíritu Santo nos da fuerza en la debilidad...
HUMILDAD
ES...
Reconocer nuestra necesidad continua de Dios. “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré;
mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no
hay aguas.” Salmo 63:1... Buscarle continuamente en la oración para
fortalecernos en el cumplimiento de su voluntad. “Velad
y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está
dispuesto, pero la carne es débil.” Mateo
26:41... Buscarle en la
reflexión bíblica para crecer en el conocimiento de su voluntad. “Desead, como niños recién nacidos, la leche
espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.” 1 Pedro 2:2...
No hay comentarios:
Publicar un comentario