Dios te ha
hecho libre para que seas un potente faro que proyecte la LUZ de Cristo en el
mundo. Vives para Dios, no hay otro propósito por el que existes,
hacer lo contrario sería desperdiciarte. “Vosotros
sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y
alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos.” Mateo 5:14-16.
No pongas
tus ojos en lo terrenal y temporal; eso te hace perder la noción de la
realidad de Dios, de tu identidad espiritual, de tu misión en la tierra y tu
destino eterno. Desapégate de lo aparente, no te dejes impresionar por la
grandeza humana ni por las cosas materiales. Necesitas poner tus ojos más allá
de las fronteras del universo, pero siempre con los pies sobre la tierra. “Si, pues,
habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo
sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las
de la tierra.” Colosenses 3:1-2.
No te dejes
atrapar por lo temporal y terrenal. Pídele a Dios que su LUZ te haga
ver más allá de las apariencias que la mayoría de personas ha catalogado como absolutas,
pídele que tus ojos espirituales sean abiertos por la acción sobrenatural del
Espíritu Santo. Busca su Reino Eterno más allá de lo que ves. No descuides la
oración y la reflexión bíblica cada día para que tus ojos se mantengan abiertos
y las cadenas rotas. “Manténgase libres y no se dejen atrapar de nuevo
en el yugo de la esclavitud. Gálatas 5:1.
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