Acuérdate de los acontecimientos que viviste en el
pasado... de aquellos en los que
estuviste a punto de echarte a perder...
de aquellos que como mar embravecido arreciaron en tu contra; sin
embargo, de manera oportuna y milagrosa Dios intervino. No había ninguna explicación lógica, pero
sucedió. Acuérdate como Dios te sacó
adelante y con la frente en alto.
Definitivamente fue algo que recibiste sin merecerlo. ¡Cómo se fortaleció tu fe!
Así como en
aquella ocasión, Dios lo hará otra vez; pero es
necesario que perseveres en la fe, persevera en la convicción que para Dios
NADA hay imposible, y que de donde hay cero posibilidades todo te lo puede
solucionar a tu favor. Verás la luz en
medio de la más densa oscuridad, tendrás la paz que sobrepasa todo
entendimiento. Necesitas creer ahora que ninguna adversidad
prevalecerá contra ti aunque las amenazas se acentúen o sientas que te hundes
para siempre. Persevera orando y
esperando con la firme convicción que en medio de esta clase de situaciones la
soberanía y el poder de Dios se harán realidad. No te angusties, pues tendrás
su ayuda directa, milagrosa y oportuna. Será por su Gracia y su Misericordia.
Así como en
aquella ocasión, recibirás bendiciones que NO
mereces y serás librado/a del juicio que en realidad SI mereces. Solamente cree
y da los pasos de fe que Dios te está demandando ahora...
Así como en aquella ocasión...
Dios te defenderá.
“Escudo mío, en quien he confiado”
Salmo 144:2
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