Es
necesario andar en los lineamientos
específicos que nuestro Señor Jesucristo nos ha mandado, los cuales se resumen
en dos. Veamos la referencia bíblica.
Acercándose uno de los escribas, que los
había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál
es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de
todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este
es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Marcos 12: 28-31)
AMAR A DIOS.
El
amor a Dios debe ser espontáneo, pero para que eso se produzca, es necesario
cultivar la relación con él por medio de la oración y la reflexión bíblica. A
medida que incrementes la relación con él, su Espíritu inundará tu alma para
producir en ti un deseo intenso de corresponderle con espontaneidad mediante una vida de
obediencia incondicional. Se trata de un amor genuino que brota de lo más profundo de tu interior.
AMAR AL PROJIMO.
Cuando
el Espíritu Santo gobierna tu interior, sientes la necesidad espontánea de amar
a tu prójimo hasta las últimas consecuencias, de solidarizarte ante las diversas
necesidades que enfrenten, de buscar su bien antes que el tuyo mismo, de practicar el perdón y la justicia.
Dios
te ha insertado en el mundo para que evidencies coherentemente sus Palabras,
para que seas luz en medio de él. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que
vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos” (Mateo 5:16) Por
eso es necesario que constantemente te examines
bajo la iluminación escrutadora de la Palabra de Dios para que quites
todo estorbo que te impida reflejarla.
----------------------.
BLOG
TWITTER.
@JAlfredoLievano
No hay comentarios:
Publicar un comentario