Es necesario que la
Palabra de Dios quede arraigada en lo más profundo de tu ser... Ahí donde la lógica y las emociones no
pueden llegar... Ahí donde las
convicciones se arraigan como enormes raíces imposibles de arrancar... Ahí donde tu vida es impulsada a dar un giro
radical y evidente…
A medida que dedicas
tiempo en la reflexión bíblica, entonces su contenido se arraiga en tu corazón y
su acción comienza a operar cambios profundos y radicales en todas las áreas de tu vida.
Veamos esos cambios...
AL GUARDAR LA PALABRA DE DIOS EN TU CORAZON...
Tendrás el deseo espontáneo de buscar aún más al Señor en todos los
momentos de tu vida. Eso
te llevará a invertir más tiempo a la oración. Sentirás la necesidad de hacerlo.
Tendrás el deseo espontáneo e intenso de aprender aún más del Señor. Lo
que te llevará meditar intensamente en
lo que él te ha enseñado.
Tendrás el deseo espontáneo de enseñarla y reflejarla en el entorno
donde Dios te ha colocado. Lo que te llevará a ponerte
bajo sus órdenes incondicionales.
Tendrás el deseo espontáneo de renunciar a toda vida pecaminosa.
Lo que te llevará a practicar una vida limpia y pura y a desechar todo estorbo
que la manche.
No habrá prioridad material que se anteponga a su enseñanza.
Lo que te llevará a considerar las riquezas y las cosas materiales como algo
insignificante.
Aun por muy encima de tu inexperiencia serás capaz de avanzar en medio
de todos los desafíos que se te presenten. Lo que te
llevará a experimentar el poder sobrenatural de su Espíritu obrando sobre todas
tus limitaciones diversas.
No habrá obstáculo que te cierre el paso para vivir de acuerdo a los propósitos
de Dios. Lo que te llevará a experimentar su soberanía en
medio de todos tus acontecimientos. Verás “abrirse puertas” de manera oportuna.
Experimentaras un gozo sobrenatural que superará cualquier circunstancia
adversa que enfrentes cada día. Lo que te llevará a
enfrentar “lo que sea” porque sabrás que todo va encaminado para tu bien.
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Que el Señor “abra” nuestros
ojos para que admiremos el contenido eficaz y transformador de sus palabras.
“Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley”.
Salmo 119:118
José Alfredo Liévano
Twitter. @JAlfredoLievano
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