Al hacer un minucioso
examen de nuestra vida, nos damos cuenta que no le hemos respondido a Dios como
en realidad deberíamos hacerlo. Parecemos árboles enfermos que producimos malos
e inservibles frutos todo el tiempo.
La verdad es que no somos dignos delante de Dios...
No somos dignos de
recibir las grandes bendiciones que continuamente recibimos de su mano
providente...
Entendemos entonces que
todo cuanto somos y tenemos es por GRACIA y MISERICORDIA...
No hay día que no
palpemos a cada instante sus grandes bendiciones...
No hay día en el que no
veamos el PODER y la SOBERANIA divina abriéndonos puertas para que sigamos sin
dificultad la senda que tenemos por delante...
Todo lo recibido es aún
mucho más de lo merecido...
Definitivamente que nuestros
argumentos y hechos son inválidos para justificarnos delante de Dios, porque
quien realmente nos justifica es el sacrificio de Jesucristo en la cruz.
¿Qué hacer entonces?...
Abandonémonos bajo la
GRACIA y la MISERICORDIA de Dios; al hacerlo su PODER comienza a transformar
todas las áreas de nuestra vida y su SOBERANIA ordena nuestros caminos...
Lo anterior implica
mucha oración y reflexión bíblica...
Necesitamos fortalecernos
y alimentarnos de Dios para que su poder transformador haga de nosotros árboles
fructíferos que reflejemos un coherente estilo de vida en el mundo...
No somos dignos...
Pero la elección de Dios sobre nosotros permanece...
“Ahora, así
dice Jehová, Creador tuyo... y Formador
tuyo...
No temas,
porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.
Cuando pases
por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán.
Cuando pases
por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.”
Todos los
llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.
Este pueblo
he creado para mí; mis alabanzas publicará”.
Isaías 43:1-2, 7, 21
José Alfredo Liévano
Twitter. @JAlfredoLievano
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