Dios está hablando con claridad.
Siempre lo ha hecho. Lo que sucede es que la mayoría ha tapado sus oídos para NO
asimilar sus palabras, y ha cerrado los ojos para NO darse cuenta de su
cumplimiento.
Cuando
Dios le encargó al profeta Isaías que transmitiera su mensaje, le advirtió que
por muy claro que hablara, nadie habría de ponerle atención.
“Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por
cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus
oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos,
ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad”.
Isaías 6:9-10
No
se trata que la acción de la palabra que proclamara el profeta fuera a cerrar
sus oídos y los ojos, sino que a pesar que les estaba hablando muy claro e
insistentemente, aun así la necedad iba a persistir.
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Aun así, la necedad persiste.
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Nadie podrá decir aquel día, que
no se le advirtió a tiempo. Ahora lo está haciendo Dios,
pero a nadie le importan sus palabras. Unos se conforman con vivir una “religión”
superficial, en la que no hay un compromiso serio y radical con Dios; y otros
persisten en pecar deliberadamente contra Dios, desafiándole con sus palabras y
acciones.
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¿Hasta cuándo entenderán los necios?
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Tristemente
será hasta cuando Dios intervenga de una manera más fuerte, hasta cuando las
consecuencias de la rebeldía deliberada se comiencen a ver; pero para muchos,
será demasiado tarde.
Eso
fue lo mismo que sucedió con el anuncio de Isaías.
“Y yo dije: ¿Hasta cuándo,
Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador,
y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; hasta que
Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados
en medio de la tierra”.
Isaías 6:11-12
¿Por
qué llegar hasta las últimas consecuencias?...
¿Por
qué?
Ahora
estamos a tiempo...
Pronto veremos que todo aquello que parecía permanecer firme
comenzará a desmoronarse...
¡Lo veremos!
Se acerca el tiempo que los
necios y los soberbios llorarán ante la espada justiciera de Dios.
No
será la “espada del hombre”, sino la “espada de Dios”; entonces comprenderán
cuan insignificante es la “grandeza” humana...
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No seamos del grupo de los necios.
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Seamos del grupo de los
entendidos en los tiempos...
Busquemos
intensamente a Dios en oración y en la reflexión bíblica. Pongamos atención a
su voz...
Pidámosle
que abra nuestros oídos espirituales, para
su Palabra nos impacte y produzca en nosotros convicciones firmes en su
contenido...
Pidámosle
que abra nuestros ojos, para que podamos discernir los acontecimientos actuales
y ver su acción sobre ellos...
Pidámosle
que nos dé el valor suficiente para mostrar a la luz de su Palabra el mensaje
que él desea transmitir...
Pidámosle
que en medio de la oposición que enfrentemos, nos mantengamos firmes y
gozosos...
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¡ATENCION CON ESTE MENSAJE!
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“Tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de
Jehová, porque está cercano. Día de
tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se
extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo
hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones. Delante
de él consumirá fuego, tras de él abrasará llama; como el huerto del Edén será
la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado; ni tampoco habrá
quien de él escape”.
Joel 2:1-3
Que
Dios nos dé el discernimiento necesario y la convicción para comprender la aplicación
de este mensaje en nuestro tiempo y contexto...
Nos
sorprenderemos...
José
Alfredo Liévano
Twitter:
@JAlfredoLievano
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