Eres lo que eres por la gracia y
la misericordia de Dios, por eso, agradécele por la iniciativa que tuvo contigo
en buscarte precisamente en ese lugar donde estabas. Acuérdate como te encontró
y como te llevó al lugar donde siempre debiste haber estado.
Nadie
sobre la faz de la tierra, ha sido capaz de hacer lo que Cristo hizo por ti: Pagar
por tus culpas en la cruz. “Mas Dios muestra su
amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.
Romanos 5:8. Por eso...
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El amor incondicional de Dios hacia ti, te hace entender:
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Que toda tu historia personal
está saturada de su misericordia y gracia incondicional.
Que no tienes derecho a juzgar a
otras personas por lo malo que hagan o dejen de hacer.
Que su perdón y misericordia está
abierta para todos, independientemente a sus acciones injustas.
Que tú no eres superior a nadie,
y nadie es superior a ti.
Que a nadie debes juzgar, y nadie
te debe juzgar. Dios es el único juez.
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo.
Romanos 5:1.
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