Nuestras tendencias pecaminosas siempre nos estarán “tocando la puerta” de manera seductora y permanente. Recordemos que como humanos, somos extremadamente débiles. Casi siempre aunque tengamos buenas intenciones reaccionamos bajo la influencia de la “carne”, trayendo como resultado consecuencias desagradables, y muchas de ellas de forma irreversible. Todo esto nos impide experimentar la plenitud de vida que Dios nos ofrece; sin embargo, nunca es tarde para experimentar la victoria del Espíritu sobre las tendencias que nos esclavizan. Veamos 3 actitudes específicas que nos ayudarán a vencerlas.
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Actitudes para vencer las tendencias pecaminosas.
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Cultivar la vida espiritual.
La vida espiritual se cultiva por medio de la oración y la reflexión de la Palabra de Dios. Es importante contar con un tiempo y un lugar específico para hacerlo. Nuestro Señor Jesucristo dijo: Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Mateo 26:41. La oración nos da la fuerza necesaria para vencer la tentación y la reflexión bíblica nos da el consejo oportuno para proceder conforme a sus pautas. No tomemos a la ligera la orden expresa de nuestro Señor Jesucristo, pues no hacerlo implica enfrentar consecuencias de derrota y frustración en las diversas áreas de nuestra vida. Necesitamos mantenernos en alerta permanente para mantenernos “despiertos”. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. 1 Tesalonicenses 5:6.
Limpiarse de toda contaminación.
Constantemente vivimos expuestos las influencias pecaminosas que hay a nuestro alrededor. Por ejemplo, aun el programa de televisión mas “inocente”, lleva la levadura del mal, sin que muchos se percaten de ello; esto es para citar un caso común. Si no practicamos la actitud anterior (cultivar la vida espiritual), no tendremos el discernimiento para detectar todo aquello que nos puede contaminar. Una vida contaminada espiritualmente nos hace estériles en el desarrollo de nuestra vida cristiana y nos impide disfrutar una vida plena en el Espíritu. El apóstol Pablo en la carta a los corintios da la orden siguiente: Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré. 2 corintios 6:17. Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. 2 Corintios 7:1.
Obediencia radical a la Palabra de Dios.
Una vez que hemos detectado la fuente de contaminación, es necesario apartarnos definitivamente de ella para no proceder en contra de los lineamientos que Dios nos ha dejado establecido. Muchas veces resulta doloroso apartarse de todo aquello que nos causa todo tipo de beneficios o placeres, pero es necesario. Necesitamos la firme determinación para decir un “no definitivo” a los “yugos desiguales”. O estamos con Dios o estamos en contra de él. Necesitamos mantenernos firmes y constantes en nuestras convicciones cristianas. Mientras nos mantengamos en la tibieza, no subiremos al nivel espiritual que Dios desea ponernos. Hay muchos textos en la Palabra de Dios que nos exhortan a practicar una vida radical. Uno de ellos lo escribe el apóstol Pedro: Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino que aquel que os llamó es Santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. 1 Pedro 1:14-16. De igual manera, el apóstol Pablo nos hace también una exhortación similar: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 2 Corintios 2:14. Se trata de una obediencia radical, no “a medias”. Es no salirse de los límites que están establecidos por nuestro Señor Jesucristo.
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Hemos reflexionado en tres actitudes que debemos cultivar a cada momento y que son claves para experimentar consecuencias de bendición en todas las áreas de nuestra vida.
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