No es lo mismo decir "Juicio de Dios" que "Disciplina de Dios". El juicio implica destrucción, pero la disciplina implica restauración aunque de por medio lleve dolor; se trata de un proceso restaurador y muchas veces incomprensible en el que Dios va consumiendo todas aquellas cosas que se oponen a sus propósitos eternos, en el que va enderezando aquellos caminos torcidos que propiciamos con nuestras malas decisiones y acciones.
"No desprecies hijo mío, la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda; porque el Señor corrige a quien él ama y castiga a aquel a quien recibe como hijo... ciertamente, ningún castigo es agradable en el momento de recibirlo, sino que duele; pero si uno aprende la leccióm, el resultado es una vida de paz y rectitud" (Heb 12, 5-6, 11)
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