La necedad en el mundo es persistente. La mayoría ha ignorado el mensaje de Dios y ha preferido seguir sus propios criterios, de ahí las consecuencias terribles y devastadoras que vive la humanidad.
Mientras el mundo se mantenga así: "Sufrirán las consecuencias de sus malas decisiones y de su mala conducta; acabarán siendo destruidos por su necedad y su poca atención" (Proverbios 1,32)
Aún hay tiempo para arrepentirse
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