No te lamentes por aquellas cosas que no resultaron ser como esperabas, por algo así lo permitió Dios; aprende a discernir su voz por medio de esas circunstancias y aceptar su voluntad.
Confia en los procesos soberanos de Dios aunque no comprendas ni aceptes su "por qué", después verás como todas las piezas encajarán a tu favor. No quedarás a "medio camino". Recuerda que en medio de tus líneas torcidas, él siempre escribirá recto.
Toma la firme determinación de avanzar sin retroceder, porque... "Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios" (Lc 9,62). Al final lo comprenderás todo...
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