sábado, 17 de octubre de 2020

DESECHEMOS LA INCREDULIDAD

Atención al siguiente consejo...  "Mirad hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo" (Heb 3,12)  

La palabra de Dios nos exhorta a no dejar de creerle, aunque nuestra marcha por la vida se vuelva cada vez más árida, difícil, imposible y llena de pruebas sin sentido.

No creerle a Dios es ser como aquellos que se envanecen con sus criterios y anteponen sus razonamientos sobre los de él... "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como Dios, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios se hicieron necios" (Rm 1, 21-22).

No creerle a Dios es tenerle como mentiroso, incapaz o indiferente ante nuestras necesidades. Eso definitivamente le desagrada... "Pero sin fe, es imposible agradar a Dios" (Hb 11, 6)

No creerle a Dios es menospreciarlo, y tal menosprecio  acarrea irreparables consecuencias dolorosas e irreversibles... "El que menosprecia la Palabra, pagará por ello" (Prov 13, 13)

Es precisamente ahora, en estos momentos tan difíciles e inciertos, cuando nuestras convicciones en las promesas de Dios y en su Poder soberano deben de mantenerse firmes aun en medio de todo pronóstico desfavorable. "Fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Heb 11,1)

Es precisamente ahora cuando toda duda acerca del poder y de la soberanía de Dios debe disiparse... "Porque el que duda, es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá alguna cosa del Señor" (St 1, 6-7) No podemos pasar todo el tiempo pidiéndole a Dios señales adicionales, después haberle experimentado en nuestras vidas.



¿CÓMO DESECHAR LA INCREDULIDAD?

Exponiéndonos cada mañana a la Palabra de Dios, dejar que su efecto transformador ilumine, despierte e inunde nuestros pensamientos. "Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que una espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Heb 4,12)

Dedicando tiempo para hablar con Dios por medio de la oración. Necesitamos hacerlo con perseverancia, así lo enseña su Palabra... "Oren sin cesar" (1 Ts 5,17)

Manteniendo encendida la llama del Espíritu Santo en nuestro interior para que nuestras convicciones en la Palabra y en el Poder de Dios se mantengan firmes... "No apaguen el Espíritu" (1 Ts 5,19)

Recordando todas aquellas intervenciones milagrosas que el Señor realizó a favor nuestro con su Poder soberano, cuando ya nada podíamos hacer... "Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído el Dios Eterno" (Dt 8,2) Sin lugar a dudas tenemos motivos más que de sobra para no continuar dudando.


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Ya es tiempo que desechemos toda incredulidad, antes que las consecuencias de tal actitud nos atrapen en un callejón sin salida y nos hagan perder las bendiciones prometidas...

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