Cuando la Palabra de Dios es sembrada en el corazón, se comienza a
operar un proceso de crecimiento en las diversas áreas de nuestra vida; de ahí
que es necesario estimularlo continuamente con la reflexión de su contenido y
la oración.
A través de todo este proceso de cambio, el Espíritu Santo nos muestra
aquellos estorbos que impiden el crecimiento y fortalecimiento de la
Palabra de Dios en nuestro interior; necesitamos ser libres de ellos, para que
seamos una “buena tierra” fructífera y productiva de la cual todas las
personas que nos rodean se beneficien de ella.
Cuando la Palabra de Dios gobierna nuestro interior, entonces
procedemos con espontaneidad amándole a él por sobre todas las cosas y como consecuencia a nuestro prójimo.
Veamos que dice nuestro Señor Jesucristo al
respecto:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y
con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas”
Mateo
22:37-40
Necesitamos que la Palabra de Dios ejerza su acción
viva y eficaz en nuestro interior para que por medio de la acción del Espíritu
Santo se derriben los muros de la incredulidad, del egoísmo, de la indiferencia
y del miedo; es por ello que hemos de insistir en invertir tiempo para cultivar nuestra vida espiritual.
Necesitamos que el Espíritu Santo nos impulse a
vivir nuestro cristianismo con espontaneidad, a detectar las diversas
necesidades de nuestro prójimo sin que nos sintamos presionados por ello.
SINCERAMENTE...
¿ES
ESPONTANEO NUESTRO CRISTIANISMO?
Cada uno de nosotros lo sabe.
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José Alfredo Liévano.
MINISTERIO
PENSEMOS EN DIOS.
Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la
tierra!
“Porque así nos ha mandado el Señor,
diciendo: Te he puesto para luz de todas las gentes, a fin de que seas para
salvación hasta lo último de la tierra”
Hechos 13:47.
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José Alfredo Liévano.
MINISTERIO
PENSEMOS EN DIOS.
Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la
tierra!
“Porque así nos ha mandado el Señor,
diciendo: Te he puesto para luz de todas las gentes, a fin de que seas para
salvación hasta lo último de la tierra”
Hechos 13:47.
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