viernes, 27 de julio de 2018

LA SUPREMA DICHA DE “OÍR” LA PALABRA DE DIOS.


No es lo mismo conocer el contenido bíblico con el intelecto, que asimilarlo con el Espíritu; son dos procesos diferentes.

El conocimiento intelectual se fundamenta en la razón, por lo que es limitado y natural; en cambio el conocimiento espiritual se fundamenta en el Espíritu, por lo que es ilimitado y sobrenatural.

El apóstol Pablo establece la diferencia...

Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente
1 Corintios 2:14

Es necesario que antes de abrir las páginas de la Sagrada Escritura, oremos para que su influencia iluminadora invada y someta nuestras concepciones lógicas. No es cualquier libro ante el cual estamos, es la revelación inspirada por el Dios Altísimo.

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra
2 Timoteo 3:16-17

La palabra de Dios “se oye” con claridad a través de la influencia sobrenatural del Espíritu Santo en nuestra mente; al asimilarla de esa manera, se “saborea la indescriptible, insustituible, gozosa y suprema dicha que nos conduce a practicarla con espontaneidad.

Al respecto, nuestro Señor Jesucristo dice...

“Bienaventurados los que oyen
la Palabra de Dios y la guardan”
Lucas 11:28




¿POR QUÉ SE ALCANZA LA SUPREMA DICHA AL “OÍR” LA PALABRA DE DIOS?

Por los resultados que se producen,
¡Veamos algunos!


La convicción firme y permanente de su contenido.

La sabiduría con la que se procede ante las circunstancias diversas de la vida.

La compasión solidaria y espontánea ante las diversas necesidades del prójimo.

La valentía de oponerse ante la fuerte corriente del mal que predomina en el mundo.

El celo de difundir su mensaje por todos los medios posibles.


No es en vano que el salmista se exprese de la siguiente manera...

El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón
Salmo 40:8

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Ante las evidencias anteriores, preguntémonos sinceramente si somos genuinos “oidores” de la Palabra de Dios.

Nuestro Señor Jesucristo dice que el “buen árbol” se conoce por sus frutos; entonces, si se producen los resultados anteriores, es porque en realidad SÍ lo somos; caso contrario, somos “oidores olvidadizos”

Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.  Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace

Santiago 1:23-25


Oremos para que el Espíritu Santo “taladre” sin cesar nuestros oídos espirituales; es necesario que el efecto de su LUZ sobrenatural invada los rincones más profundos de nuestra alma y arraigue en ella la VERDAD absoluta revelada en Jesucristo.

Envía tu LUZ y tu VERDAD; éstas me guiarán,
me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas
Salmo 43:3

“El Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza”

Efesios 1:17-19






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José Alfredo Liévano.

MINISTERIO
PENSEMOS EN DIOS.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra!

Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de todas las gentes, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra
Hechos 13:47.


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