La muerte
NO es el final para aquellos que nos hemos acogido a la amnistía que Dios ofrece
por medio de Jesucristo. No hay razón para temer, entristecerse y angustiarse
ante este paso trascendental que tarde o temprano hemos de dar.
El
Espíritu Santo nos da la certeza de la realidad VIVA de Dios morando en nuestro
interior y de nuestra herencia eterna en Cristo.
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos
de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para
que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las
aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que
en nosotros ha de manifestarse” Romanos 8:16-18
Somos peregrinos
sobre la tierra, vamos rumbo a la Patria Celestial; por eso, cuidémonos para que
las realidades terrenales no nos distraigan durante el trayecto.
¡Todos nos enfrentaremos con la muerte!
Es una realidad que hemos de aceptar.
Realidad que no hemos de rechazar.
Realidad que no hemos de obviar.
“Mas nuestra ciudadanía está en los
cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual
transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al
cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí
mismo todas las cosas”
Filipenses
3:20-21
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José Alfredo Liévano.
MINISTERIO
PENSEMOS EN DIOS.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra!
“Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz
de todas las gentes, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la
tierra”
Hechos 13:47.
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