¡No soportas más!
Has entrado a
un altísimo grado de miedo, abatimiento, angustia, incertidumbre, tristeza y depresión.
No lo puedes evitar; exclamas al igual que el salmista: “Abatida hasta el polvo está mi alma...” Salmo 119:25. Ya topaste
fondo; las numerosas circunstancias que te rodean y te acosan te mantienen con
las manos amarradas y los pies paralizados.
Despiertas cada mañana, y lo primero que se te viene a la mente son “esos
problemas” que en lugar de solucionarse se complican, te amenazan y te hunden
cada vez más. ¡Es un hecho!... ¡Ahí están! ¿Qué debes hacer entonces?
Enfócate en la Palabra de
Dios.
En situaciones
así, en el que el consuelo humano no significa nada y más desespera, es
necesario que te enfoques en la reflexión bíblica y no en los problemas
circundantes. Dios siempre te dará el recordatorio oportuno que necesitas
escuchar, creer, apropiarte y obedecer.
Por ejemplo,
precisamente ahora necesitas recordar que Dios no deja de velar por ti aunque
experimentes lo contrario. Necesitas recordar, creer y confesar lo siguiente: “El Dios Eterno es mi pastor; nada me faltará... Aunque ande en valle de sombra de muerte,
no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” Salmo 23:1,4. Dios jamás
te olvidará, aunque sientas que nadie se acuerda de tu situación presente,
aunque te sientas a la deriva. ¿Cuántas veces habrás exclamado?... “Me dejó Dios, y el Señor se olvidó de mí” Isaías 49:14; pero él
te responde ahora... “¿Se olvidará la mujer de lo que
dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide
ella, yo nunca me olvidaré de ti. He
aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida... Isaías
49: 14-15. Precisamente ahora Dios te lo está diciendo de manera
personalizada y directa... ¡No creo
que sea casualidad! ¡Dios siempre te hablará! ¡Siempre te dará la palabra que
necesitas!
Hoy y todos los días...
Enfócate en la Palabra de
Dios.
Necesitas alejarte de todo ruido para asimilarla
y orar...
Necesitas convicciones firmes en su contenido y
promesas...
Necesitas creerla en medio de toda influencia de incredulidad...
Necesitas obedecerla aunque nadie la ponga en práctica...
Necesitas descansar en sus promesas aunque nada
parezca solucionarse...
Necesitas que cada consejo quede arraigado para
siempre en tu interior...
“Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la ley y
el consejo, y serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello. Entonces andarás por
tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará. Cuando te acuestes, no tendrás
temor, sino que te acostarás, y tu sueño será grato. No tendrás temor de pavor
repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque el Dios Eterno
será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso”
Proverbios 3:21-26
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José Alfredo Liévano.
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