“Ver el cielo abierto en la tierra”, no es otra cosa que “ver” a Dios
obrando en medio de tus acontecimientos diarios; sin embargo, para ello es
necesario:
Ø Huir de toda interferencia terrenal, de toda corrupción que hay en el
mundo.
Ø Acercarte a la LUZ. Exponerte a la Palabra de Dios para asimilar su consejo
diario, directo y oportuno mediante la acción sobrenatural de su Espíritu
Santo.
Ø Mantener la comunicación con Dios por medio de la oración.
Ø Determinación para vivir de acuerdo
a las enseñanzas de Cristo.
Ø No perder la noción por la que estás en la tierra. Recuerda: Eres LUZ en el
mundo.
Ø Depender de Dios en todo momento aunque no veas salidas viables a tus
problemas o debilidades.
Ø No volver atrás a pesar de las tentaciones y pruebas que se te presenten.
Entonces...
Aun en medio del entorno más desértico... Aun en medio de la más fiera tempestad, “verás a Dios” obrando en tus circunstancias. “Verás el cielo en la
tierra”.
Ø Palparás su realidad eterna, viva y personal interviniendo en cada segundo
de tu existencia...
Ø Palparás su poder que va más allá de lo que imaginas...
Ø Palparás su soberanía impregnada de sabios propósitos...
Ø Palparás su fidelidad incondicional...
Verás a Dios abriéndote caminos por
donde no los hay...
Verás la diferencia...
Podrás expresar con firme certeza:
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú
estarás conmigo”
Salmo 23:4
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@JAlfredoLievano
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