En esta ocasión reflexionaremos en el siguiente
versículo bíblico: “Bienaventurados los que oyen la Palabra de
Dios, y la guardan”. Lucas 11:28. Aquí vemos que sobresalen dos verbos
importantes a tomar en cuenta: “oyen” y “guardan”.
“Oír” indica el proceso de asimilarla y entenderla
bajo la guía sobrenatural del Espíritu Santo.
“Guardar” indica creerla sin ningún
cuestionamiento lógico, así con la mente crédula y humilde de un niño.
Por lo tanto, “oír” y “guardar” la Palabra de
Dios te llevará a practicar espontáneamente sus enseñanzas.
¿Qué te
impide “oír” y “guardar” la Palabra de Dios? Al menos descubro tres causas primarias que
desencadenan en terribles consecuencias:
La incredulidad que nace del
razonamiento lógico, el egoísmo como la tendencia humana de
buscar los intereses personales antes que de los demás y los instintos pecaminosos como reacciones naturales de la carne. Son estas tres causas como la levadura que
constantemente “fermenta” tu alma.
¿Qué hacer
para contrarrestar esta “levadura”? Necesitas
exponerte a la Palabra de Dios en un clima de oración para que su acción viva y
eficaz produzca cambios profundos y radicales en tu interior, tales como:
Ø Convicción sobrenatural
en su contenido, discernimiento espiritual y sabiduría para proceder de acuerdo
a sus indicaciones.
Ø Amor
incondicional a Dios y al prójimo reflejado en obediencia espontánea a sus
preceptos.
Ø Fuerza para
vencer todo tipo de tentación que pretenda doblegarte.
Ø Valentía
para proceder en contra de la corriente establecida por el mundo.
No habrá mayor gozo que vivir en esa comunión íntima y perfecta
con tu Creador por medio de Jesucristo.
Gozo pleno e insustituible durante los días que vivas sobre la tierra, y
sumo gozo en las moradas eternas.
.---------------------.
Twitter:
----------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario