Dios
te ha escogido desde toda la eternidad para que produzcas frutos para él.
La razón de tu existencia no se centra en otro objetivo mayor. “No me elegisteis
vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis
y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca” (Juan 15:16).
No hay duda que se trata del privilegio más grande en un ser humano, aparte de
no tener méritos y capacidades.
Dios a pesar de conocerte desde
siempre, ha puesto su mirada en ti, dándote todas las herramientas necesarias
para tal tarea. Has comprobado el
respaldo continuo que tiene sobre tus acciones y de las maravillas que obra a
tu alrededor. Se trata de una elección otorgada por su GRACIA incondicional;
sin embargo, es necesario que pongas de tu parte en crear las condiciones para
que los frutos de ese llamado sean efectivos.
ACTITUDES PRÁCTICAS PARA DAR FRUTOS.
Veamos lo que enseña nuestro Señor
Jesucristo al respecto: “Permaneced en mi, y yo en vosotros. Como el pámpano no
puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí” (Juan 15:4). La respuesta práctica que has de dar ante
el llamado incondicional de Dios es permanecer EN Cristo, en su doctrina y
enseñanzas. Fuera de él nada puedes hacer. “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mi
nada podéis hacer”. (Juan 15:5).
Necesitas
apartarte de todo aquello que te impida permanecer en Cristo,
de todo cuanto estorbe tu comunión con él. Tu sabes perfectamente de QUE y
QUIEN necesitas apartarte.
Necesitas
reconocer tus limitaciones personales y depender todo el
tiempo de la acción sobrenatural del Espíritu Santo en tu interior; por tal
razón necesitas echar mano de continuo a la oración y descansar en su eficacia sobre
tu vida.
Necesitas
mantener tu atención continua en su Palabra para que
constantemente recuerdes sus lineamientos y procedas conforme a ella.
Necesitas
enfocarte todo el tiempo en la prioridad de iluminar tu
entorno con la luz de Cristo. Esa es la única razón por la que vives en la
tierra.
¿CÓMO ESTÁN TUS FRUTOS?
Su calidad dependerá de la
íntima unión que mantengas con nuestro
Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, pues el buen árbol por sus frutos
se conoce.
“Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da
frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol bueno dar
frutos buenos”.
(Mateo
7:17-18)
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