Al
avanzar por las sendas de tu vida cristiana has descubierto tu dependencia
continua de Dios. Has entendido por múltiples y variados fracasos que
con tus fuerzas y criterios personales eres incapaz de avanzar; a menudo te
estancas y pierdes la visión de la meta que Dios te ha señalado, sin que te
falten los sentimientos de ansiedad, tristeza y frustración. Sin embargo, a pesar de ello Dios ha decidido
no soltarte, por eso es necesario que pongas en práctica el siguiente consejo bíblico
que llega en un momento más que oportuno para tu vida: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de
Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad
sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6-7).
Humillarte es reconocer la
NECESIDAD continua de Dios en todas las áreas de tu vida y dejar que “su mano” haga
lo que definitivamente ya NO puedes hacer. Que “su mano” te levante, te
fortalezca, te conduzca, te sostenga, te provea lo que hace falta y te quite lo
que NO te hace falta. Simplemente dejar que haga lo que no puedes hacer.
Al
humillarte bajo la “poderosa mano” de Dios, él mismo se
encarga de conducir tu vida hacia sus propósitos eternos por medio de procesos ilógicos
y muchas veces dolorosos; sin embargo, aunque así suceda tienes la certeza que
él siempre tendrá cuidado de ti.
Al
humillarte bajo la poderosa mano de Dios, tienes la certeza que
tu vida no se echará a perder jamás, aunque por ello atravieses crueles y
dolorosas tormentas.
Al
humillarte bajo la poderosa mano de Dios, te constituyes en “semilla”
sembrada en diferentes terrenos para que seas un árbol fructífero para su
Gloria.
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