domingo, 15 de marzo de 2015

LA VOZ DE MANDO DEL LÍDER ES EL EJEMPLO.


Cristo es quien nos da ejemplo de obediencia perfecta a la voluntad de Dios; y es ese ejemplo que nos motiva a imitarle. Pienso que si nos llamamos “cristianos” es porque queremos ser semejantes a Cristo en todo nuestro estilo de vida.
Cuando Cristo, en su naturaleza humana convivió con nosotros en el mundo, nos dio las pautas de cómo deberían ser nuestras actitudes en cada circunstancia con la que nos enfrentáramos. Nos hizo ver que por el hecho de ser sus seguidores seríamos aborrecidos por todos y no aceptados. “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 10:22); también dice más atrás del texto citado: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”. (Mateo 10:16). Como verás, un genuino cristiano, por el hecho de desenmascarar la corrupción del mundo y por no aceptar ni practicar su estilo de vida, será rechazado; nuestro Señor Jesucristo nos lo advierte: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Los cristianos hemos de estar dispuestos a obedecer a Cristo hasta las últimas consecuencias, como en algunos casos de ofrecer la vida por su causa, como por ejemplo las recientes noticias que hemos visto sobre la ejecución de cristianos y explosión de bombas en iglesias por los islámicos. “Y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. (Juan 16:2). Son palabras que ahora vemos cumplirse ante nuestros ojos.
Ser un genuino cristiano requiere renunciar incluso a nuestra propia vida por la causa de Cristo. Creo que casi nadie puede estar interesado en este tipo de mensajes, incluso muchas iglesias que los han omitido de sus sermones para predicar algo más “positivo”. Sin embargo nuestro Señor Jesucristo nos dice cual debe de ser el requisito para seguirle. Quiero que por favor le pongas toda tu atención a las Palabras de Jesús. “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles. (Lucas 9:23-26). Al leerlas, todos coincidimos que no se trata de una interpretación ambigua o simbólica. Se trata de algo claro y específico. Y lo interesante de todo esto es que quien nos da el EJEMPLO de obediencia incondicional a la voluntad del Padre, es Cristo mismo. Por eso, cuando el apóstol Pablo le escribe a los tesalonicenses les dice lo siguiente: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8). No hay duda que la voz de mando de líder es el ejemplo. Cristo nos da el ejemplo y la motivación para la obediencia incondicional a la voluntad del Padre. Ser obediente a la causa de Cristo vale la pena, pues sus consecuencias de bendición no quedan circunscritas en la tierra, sino que en el cielo. Cuando Cristo, por medio del apóstol Juan habla a la Iglesia de Esmirna le comunica lo siguiente: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10)  

Nuestra estadía en la tierra es temporal. 20...   40...   60...  80... 100 años son una nada comparados con la Gloria Eterna que nos espera. Estamos en la tierra para cumplir UNA MISIÓN delegada por Cristo, no hay otro motivo por el cual existimos aquí. No vivir en ese propósito es desperdiciar el tiempo y sobre todo nuestra vida. Vivamos para lo que hemos venido al mundo. El ejemplo y la motivación la tenemos por parte de Cristo.

RENUNCIA A TUS PLANES PERSONALES Y SOMÉTETE AL PLAN QUE DIOS FORJÓ PARA TI DESDE TODA LA ETERNIDAD.
Eso sí que es hacer una buena inversión con tu vida. Al hacerlo, Dios quitará de ti todos aquellos estorbos internos y externos que se oponen a dicho plan, pero a la vez te dará todo lo que necesites para llevarlo a cabo; así como también te conducirá al lugar en el que siempre debiste haber estado.
Renunciar con determinación a tus planes es someterte en obediencia ciega a su voluntad antes que la tuya con la firme convicción que NO te defraudará en nada. Lógicamente que habrán tentaciones para que te detengas, te desvíes o retrocedas, por eso es necesario que te mantengas en esa íntima comunión con él por medio de la oración y la reflexión bíblica.

Dios te ha traído a un tiempo sin precedentes en la historia de la humanidad, en que los “principios de dolores” sobre la tierra se están haciendo manifiestos y la plataforma del gobierno del anticristo se está consolidando a nivel mundial. Son tiempos peligrosos y difíciles, pero Dios ha prometido asistirte en todo momento y lugar hasta cuando llegue tu hora.

Es necesario que ahora mismo te pongas bajo las órdenes incondicionales de Dios para que te use como una “luz” en medio de este mundo saturado de tinieblas. Ora mucho por CONVICCIONES FIRMES en la Palabra de Dios, SABIDURÍA para saber cómo proceder ante las diversas circunstancias, COMPASION ante las diversas necesidades del mundo y mucho VALOR para enfrentar todo tipo de oposición que enfrentes.

Tu inspiración es Cristo, quien con su ejemplo se constituye en la VOZ DE MANDO para que de manera espontánea le obedezcas en medio de un mundo saturado de maldad.

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