Cristo
es quien nos da ejemplo de obediencia perfecta a la voluntad de Dios;
y es ese ejemplo que nos motiva a imitarle. Pienso que si nos llamamos “cristianos”
es porque queremos ser semejantes a Cristo en todo nuestro estilo de vida.
Cuando Cristo, en su naturaleza
humana convivió con nosotros en el mundo, nos dio las pautas de cómo deberían
ser nuestras actitudes en cada circunstancia con la que nos enfrentáramos. Nos hizo
ver que por el hecho de ser sus seguidores seríamos aborrecidos por todos y no
aceptados. “Y
seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta
el fin, éste será salvo” (Mateo 10:22);
también dice más atrás del texto citado:
“He aquí, yo os
envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y
sencillos como palomas”. (Mateo 10:16).
Como verás, un genuino cristiano, por el hecho de desenmascarar la corrupción del
mundo y por no aceptar ni practicar su estilo de vida, será rechazado; nuestro
Señor Jesucristo nos lo advierte: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido
al mundo” (Juan 16:33).
Los cristianos hemos de estar dispuestos a obedecer a Cristo hasta las últimas
consecuencias, como en algunos casos de
ofrecer la vida por su causa, como por ejemplo las recientes noticias que
hemos visto sobre la ejecución de cristianos y explosión de bombas en iglesias
por los islámicos. “Y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará
que rinde servicio a Dios. (Juan 16:2). Son palabras que ahora vemos
cumplirse ante nuestros ojos.
Ser un genuino cristiano requiere
renunciar incluso a nuestra propia vida por la causa de Cristo. Creo que casi nadie puede estar interesado
en este tipo de mensajes, incluso muchas iglesias que los han omitido de sus
sermones para predicar algo más “positivo”. Sin embargo nuestro Señor
Jesucristo nos dice cual debe de ser el requisito para seguirle. Quiero que por favor le pongas toda tu
atención a las Palabras de Jesús. “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera
salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste
la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye
o se pierde a sí mismo? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras,
de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la
del Padre, y de los santos ángeles. (Lucas
9:23-26). Al leerlas, todos coincidimos que no se trata de una interpretación
ambigua o simbólica. Se trata de algo claro y específico. Y lo interesante de
todo esto es que quien nos da el EJEMPLO de obediencia incondicional a la
voluntad del Padre, es Cristo mismo. Por eso, cuando el apóstol Pablo le
escribe a los tesalonicenses les dice lo siguiente: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo
también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser
igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando
forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de
hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte
de cruz” (Filipenses 2:5-8). No hay duda que la voz de mando de líder es
el ejemplo. Cristo nos da el ejemplo y la motivación para la obediencia
incondicional a la voluntad del Padre. Ser obediente a la causa de Cristo vale
la pena, pues sus consecuencias de bendición no quedan circunscritas en la
tierra, sino que en el cielo. Cuando Cristo, por medio del apóstol Juan habla a
la Iglesia de Esmirna le comunica lo siguiente: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la
corona de la vida” (Apocalipsis 2:10)
Nuestra estadía en la tierra es
temporal. 20... 40... 60... 80... 100 años son una nada comparados con la
Gloria Eterna que nos espera. Estamos en la tierra para cumplir UNA MISIÓN delegada por Cristo, no hay otro motivo por el cual existimos aquí. No vivir en
ese propósito es desperdiciar el tiempo y sobre todo nuestra vida. Vivamos para lo que hemos venido al mundo.
El ejemplo y la motivación la tenemos por parte de Cristo.
RENUNCIA
A TUS PLANES PERSONALES Y SOMÉTETE AL PLAN QUE DIOS FORJÓ PARA TI DESDE TODA LA
ETERNIDAD.
Eso sí que es hacer una buena inversión
con tu vida. Al hacerlo, Dios quitará de ti todos aquellos estorbos internos y
externos que se oponen a dicho plan, pero a la vez te dará todo lo que
necesites para llevarlo a cabo; así como también te conducirá al lugar en el
que siempre debiste haber estado.
Renunciar con determinación a tus
planes es someterte en obediencia ciega a su voluntad antes que la tuya con la
firme convicción que NO te defraudará en nada. Lógicamente que habrán
tentaciones para que te detengas, te desvíes o retrocedas, por eso es necesario
que te mantengas en esa íntima comunión con él por medio de la oración y la reflexión
bíblica.
Dios te ha traído a un tiempo sin
precedentes en la historia de la humanidad, en que los “principios de dolores”
sobre la tierra se están haciendo manifiestos y la plataforma del gobierno del
anticristo se está consolidando a nivel mundial. Son tiempos peligrosos y
difíciles, pero Dios ha prometido asistirte en todo momento y lugar hasta
cuando llegue tu hora.
Es necesario que ahora mismo te
pongas bajo las órdenes incondicionales de Dios para que te use como una “luz”
en medio de este mundo saturado de tinieblas. Ora mucho por CONVICCIONES FIRMES
en la Palabra de Dios, SABIDURÍA para saber cómo proceder ante las diversas
circunstancias, COMPASION ante las diversas necesidades del mundo y mucho VALOR
para enfrentar todo tipo de oposición que enfrentes.
Tu inspiración es Cristo, quien con
su ejemplo se constituye en la VOZ DE MANDO para que de manera espontánea le
obedezcas en medio de un mundo saturado de maldad.
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