Si Dios te lo prometió,
entonces no le des espacio a la duda. Asimila su palabra bajo la acción del
Espíritu Santo, créele contra toda lógica y confía en su capacidad sobrenatural.
El mismo Dios que
obró portentos en el pasado y cuyos
hechos quedaron consignados en la Biblia, será quien procederá a tu favor; el
mismo Dios que fue capaz de sacar su pueblo de la esclavitud en Egipto y
conducirlo a través del desierto para llevarlo a una tierra de “leche y miel”,
es el mismo que se ha comprometido en ayudarte. De cierto que no te dejará a la
deriva. Acuérdate ahora de todas aquellas veces en las que intervino a tu favor
cuando nada podías hacer, pues así lo hará nuevamente. “He aquí que yo hago
cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en
el desierto, y ríos en la soledad.” (Isaías 43:19) Si Dios ya dio la orden a tu favor, entonces confía en él. La orden
está dada y nadie se lo estorbará. “Aun antes que hubiera
día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo
estorbará?” (Isaías 43:13) Ten presente estas palabras aunque
todos te afirmen lo contrario.
Dios te sacará de donde ya NO debes de estar para ponerte donde
él lo determinó. Vas a ese lugar con el propósito de
cumplir con una misión asignada por él, no es para que le des gusto a la
comodidad, ni para que te olvides de él. El
portento que Dios hará a tu favor está relacionado con la misión que te ha sido
encomendada, caso contrario no tendría sentido.
Dios te envía a
sembrar su palabra en medio de un pueblo afligido por gente de ojos altivos, se
trata de una misión difícil y riesgosa desde luego, pero en la que gozarás de
su respaldo total. No temas, pues si Dios te envía, él te respaldará. “Y pelearán contra ti,
pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte.” (Jeremías 1:19) Nadie más fuerte que
Dios. Así que, firme en la fe, pese a las adversidades que se te presenten.
Obviamente, lo que predomina en ti
es tu incapacidad. Sabes QUE hacer, pero no COMO proceder; tienes el deseo,
pero no tienes las fuerzas suficientes. Despreocúpate de ello y sométete al proyecto
de vida que Dios tiene para ti.
“Heme aquí, envíame a mí.”
Isaías 6:8
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