Cristo es nuestro modelo de vida; no en vano somos conocidos
con el nombre de “cristianos”.
¡Ser
semejantes a Cristo! Esa debe ser
nuestra aspiración y meta diaria. Lógicamente que jamás llegaremos a su
estatura plena, pero sí debe ser nuestra meta continua. Jamás llegaremos a ser IGUALES a Cristo, pero sí SEMEJANTES en sus
actitudes. El apóstol Pablo en la carta a los filipenses nos lo ordena. “Haya, pues, en
vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5) Sus mismas actitudes han de reproducirse
de manera espontánea en cada uno de quienes nos llamamos “cristianos”. Al
respecto nuestro Señor Jesucristo dice: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto,
de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor
que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las
hiciereis” (Juan 13:15-17) Por eso es importante asimilar su
Palabra para que su Espíritu nos impulse a proceder con espontaneidad de
acuerdo a su carácter; esto fue algo que el apóstol Pablo logró asimilar y
vivir en el desarrollo de su ministerio. Veamos:
“Sed IMITADORES de mí, así como yo de Cristo”
1 Corintios 11:1
“Sed, pues, IMITADORES de Dios como hijos amados”
Efesios 5:1
“Hermanos, sed IMITADORES de mí, y mirad a los que así se conducen según el
ejemplo que tenéis en nosotros”
Filipenses 3:17
“Y vosotros vinisteis a ser IMITADORES de nosotros y del Señor,
recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu
Santo”
1 Tesalonicenses 1:6
Mientras
no exista una coherencia de vida con lo que crees y predicas, tu cristianismo no tendrá
sentido. Será únicamente una “religión” de apariencia. Una vida “tibia”
candidata a ser desechada por Dios. “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá
fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te
vomitaré de mi boca” (Apocalipsis
3:15-16)
Dios
conoce tus intenciones, y sabe que ya te cansaste de llevar un cristianismo
ritualista y de apariencia; sabe que no estás conforme con tu estilo de vida y
que deseas consagrarte con radicalidad a lo que te está demandando. Pero, ¿Cómo dar el primer paso? Invirtiendo tiempo a solas con Dios mediante
la oración y la reflexión bíblica. El resto serán acciones espontaneas que brotarán
desde lo más profundo de tu ser.
Comparto
ahora un pequeño fragmento extraído de
la reflexión que publiqué ayer (11 de marzo 2015) en el blog titulada: “Que tu corazón rebose de Dios”, pues únicamente rebosando de su
presencia será la única forma como seremos semejantes a Cristo. A continuación
los fragmentos:
“Es
necesario saturar el alma con el contenido de la Palabra de Dios; por eso es importante invertir un tiempo
específico para leerla, estudiarla y reflexionarla en un clima de oración... Lógicamente que a mayor exposición a la
Palabra de Dios, mayores y evidentes serán los resultados que se produzcan en
tu interior... Sentirás el deseo espontaneo de poner en práctica todos los
lineamientos que Dios te indique por muy difíciles que parezcan... Verás la diferencia entre lo que es saber la
Palabra de Dios y lo que es experimentarla desde lo más profundo del corazón”
Al
experimentar el impacto de la Palabra de Dios, surgirá el deseo intenso de ser
semejantes a Cristo en su carácter y conducta, en renunciar a nuestros propios
proyectos y en desempeñar la tarea prioritaria de sembrar su Palabra en el
mundo.
TWITTER.
@JAlfredoLievano
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